MÚSICA – INTERNACIONAL – CRÓNICA
Beyoncé actuó anoche en el Estadi Olimpic Lluis Companys de Barcelona, única parada en España de su gira mundial Renaissance World Tour. La diva estadounidense regresa a lo grande y en solitario a los grandes estadios después del The Formation World Tour del 2016 (si bien en el 2018 estuvo de gira con su marido, el rapero Jay-Z). En esta ocasión, la cantante impactó a los fans con su estética futurista, sus referencias a la época renacentista y una multitud de guiños al legado de la música queer y de la música negra que lleva tatuada en sus raíces. Una performance de alto nivel, con nuevas tecnologías y mucho brillo.
Con media hora de retraso se proyectó en la inmensa pantalla de alta definición que ocupaba todo el escenario “The Signboard”, un poético paisaje visual de nubes al atardecer que dieron paso a la imagen de Beyoncé posando cual Venus dormida de Giorgione. Primer bloque de la noche con Beyoncé de carne y hueso se presentó cantando Dangerously in love. Sorprendida por la entrega del público, saludó con un “I love you Barcelona!” invitando a sentir la energía que ella misma estaba sintiendo. “¿Esto es real?” llegó a pronunciar. Continuó con Flaws and all, 1+1 sentada sobre el piano, y I care, baladas para potenciar su voz. Para cerrar esta primera parte, entonó River deep – Mountain high de Tina Turner a modo homenaje.
El show fue in crescendo y el escenario acabó transformado en pista de baile al ritmo de los temas de Renaissance, su último álbum publicado en 2022. Este disco es un tributo a las grandes divas del género disco de los años 70 y 80 como Grace Jones o Donna Summer y también a la sensación de libertad que provocan el baile y la música. Partiendo de esta premisa, el segundo bloque se inauguró con el mensaje “Welcome to the Renaissance”. Beyoncé apareció en escena como una cyberreina y rodeada por los bailarines para interpretar I’m that girl, Cozy, Alien superstar, 7/11 y Lift off, todas con unas coreografías de lo más impactantes y la exhibición del dúo Les Twins.
Nuevo cambio: “Let there be house” daba paso a temas como Cuff it, Energy o Break my soul, desfilando con su cuerpo de baile por el escenario secundario en mitad de la pista. Una fiesta en toda regla con todo el recinto de pie, cantando y bailando con la mayor de las energías para reivindicar el feminismo y los derechos de la población afroamericana y de la comunidad LGTBI+. Sonaron Church Girl, Get me bodied y Before I let go, muchas en formato medley.
Entre caballos gigantes, vehículos espaciales y mucho attrezzo lumínico llegó otro cambio. Pasamos al rojo infierno (o rojo pasión) para iniciar Formation, al que siguieron Diva, Savage y el aclamado y celebrado Run the world (girls), que puso a todos a bailar, incluida a la hija de Beyoncé, Blue Ivy Carter, que subió para compartir las coreografías de My power y Black Parade con ella. Y es que lo tiene muy claro, a veces la vida cobra sentido gracias a la imaginación, o tal como ella proclamaba en las pantallas: “Imagination is more important than knowledge”.

En otro de los bloques, Love on Top se mezcló con el I Want You Back de Jackson Five, tema que concluyó como un karaoke donde el fandom demostró saberse toda la letra. La locura se desató con Crazy In Love, pero es que lo más bestia estaba por llegar. Para la recta final, la diva del pop y del R&B salió de una concha, dedicando una reinterpretación del El nacimiento de Venus de Botticelli. Desde allí cantó Plastic Off the Sofa antes de, vestida con un bodysuit inspirado en la colección de insectos de Thierry Mugler de 1997, explicar que America Has a Problem y deleitanos con Heated. Poco después la vimos cabalgando a lomos de un caballo brillante -haciendo referencia a la mítica imagen de Bianca Jagger en Studio 54- y volando el cielo como un ángel o, más bien, una heroína toda poderosa a ritmo de Summer Renaissance.
¡Hasta 8 actos distintos en una sola performance! Beyoncé tiene el superpoder de dejarnos a todos boquiabiertos. Siempre y para siempre. Y si la juntamos con casi una veintena de bailarines y una banda de dos teclados, batería, guitarra, bajo, tres vientos y coro de cuatro voces femeninas que tocan en directo… De las más reconocidas, tan solo echamos en falta Halo.
Texto: Gemma Ribera
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