TEATRO – BARCELONA – CRÍTICA
El novelista y dramaturgo Marc Artigau ha estrenado nueva comedia en La Villarroel: L’illa deserta. Es una obra en la que, con total naturalidad, explican qué hubiera pasado si te hubieras apuntado bien el número de teléfono de aquella chica que conociste en un ascensor estropeado. El amor, el azar, lo que fue y lo que podría haber sido se reúnen al servicio de Maria Rodríguez y Miki Esparbé, dos actores cuya química es indudable.
El autor relata, partiendo de un argumento sencillo, la infinidad de cosas que pueden ocurrir cuando dos desconocidos se encuentran y despiertan curiosidad el uno por el otro. A lo largo del texto vemos como cada decisión tomada condiciona el futuro de los personajes y su relación desde ese primer encuentro hasta la hora de la muerte.
Las conversaciones que surgen son entre los dos protagonistas, pero al mismo tiempo con el público. Nada más empezar, Rodriguez y Esparbé rompen cualquier pared imaginaria, y preguntan a los espectadores presentes en la sala: «¿Alguien de aquí ha sido muy, muy, muy feliz alguna vez?» Reflexión tras reflexión, ellos van desempeñando diversos papeles con los que tú puedes empatizar rápidamente.
¿Por qué verlo?
Sin duda, los actores enriquecen el texto. Ella trabaja en un banco y pintaba grafitis por la ciudad. Él es repartidor a domicilio y sueña con ser actor. Poco a poco van pintando el cuadro de sus vidas mediante el análisis de todas esas casualidades (o causalidades) que les han llevado donde están. Si pudiéramos elegir, ¿Qué nos llevaríamos a una isla desierta? Seguramente los recuerdos vividos, ya que al fin y al cabo es lo más importante.
Valoración: ★★★★
Texto: Gemma Ribera
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