CINE – NACIONAL – ENTREVISTA
‘La Ley del Mar’ cuenta una historia basada en hechos reales en la costa valenciana: El pesquero ‘Francisco y Catalina’ de Santa Pola preparado para diez tripulantes, capitaneado por Pepe Durà (interpretado por Luis Tosar), fue el primer barco europeo que rescató a 51 migrantes subsaharianos de una patera a la deriva cerca de Malta en el 2006, amparados según ellos en la denominada ley del mar. También, en paralelo, la embajadora española en Malta (interpretada por Blanca Portillo), se involucró de lleno en movilizar a la Unión Europea para buscar una solución humanitaria. Durante nueve largos días, la embarcación quedó a la espera de la decisión de las autoridades y puso a media Europa en vilo. Este suceso cambió la legislación europea sobre inmigración después de un heroico pulso entre las leyes del mar y las de la tierra.
Esta miniserie, dirigida por Alberto Ruiz Rojo y producida por Studio 60, RTVE y À Punt, con el apoyo de Publicis Rebellion, está protagonizada por Luis Tosar y Blanca Portillo. Les acompaña un elenco de lujo formado por actores y actrices valencianos como Sonia Almarcha, Pau Durà, Carlos Serrano, Ramón Ródenas, Teresa Hurtado y Paula Muñoz. Hablamos con el director y con Sonia Almarcha para descubrir cómo ha sido su experiencia.
COMOexplicARTE: Lo de contar historias reales es algo recurrente. A mi este proyecto me recuerda a ‘Mediterráneo’. ¿La viste?
Alberto Ruiz: Si, es una tematica muy presente y son temas de los que es normal que se hable. No vi Mediterráneo. Teníamos preferencia por utilizar imágenes reales y referencias cinematográficas en general, pero nada en particular.
C.E: ¿Por qué es una miniserie que está formada por tres episodios y no más?
A.R: Al inicio la idea surgió como una película, pero el equipo decidió convertirla en miniserie porque poner más episodios no tendría sentido. El metraje es perfecto. Podría haber sido menos pero no necesita más. La película da la oportunidad de que se desarrolle la historia, pero aquí se divide en tres tramas: Lo que sucede en el barco, la visión de las mujeres y la cuestión burocrática. Utilizamos el cliffhanger porque es una fórmula que funciona muy bien para que la voluntad de seguir viendo un producto audiovisual continúe. Es una de las ventajas de hacer una serie, aunque resulta más una cuestión técnica, no de gustos.
C.E: Entiendo que hubo una fase previa de documentación sobre el caso y los procesos de diplomacia europea… ¿Cómo fue?
A.R: La serie refleja cosas que sucedieron en el ámbito político. Prácticamente todo lo que se cuenta ocurrió. Eso es trabajo de guion, pero te puedo asegurar que investigaron y se documentaron por muchas fuentes. Tanto para la historia de Pepe y Pepi como para la trama política, se juntaron con testimonios reales. Adaptamos a la ficción ciertas cosas para generar un interés fílmico, claro, pero la esencia es la que es.
El desarrollo de la ficción televisiva tuvo lugar en escenarios naturales durante siete semanas, pero la complejidad técnica llegó al rodar en alta mar durante 18 días. ¿Cómo vivisteis la experiencia desde dentro?
A.R: Ha sido el mayor reto. Una gran parte del metraje ocurría en el barco y no sabíamos cómo lo íbamos a hacer. Barajamos opciones como un plató virtual, uso de cromas, llevar un tanque de agua… Y al final optamos por la más arriesgada pero a la vez la más resultona. Directamente salimos a navegar y rodar en el mar. Pese a que muchos advirtieron que no lo hiciéramos, tiramos por ahí porque sabíamos que nos iba a dar «algo» que valía la pena. Se genera una realidad al moverte con la cámara al hombro, no te preocupas de los efectos especiales… reflejas una realidad. Al principio parecía que todo serían inconvenientes pero rodar así se convirtió en punto a favor. Rodaje en el amanecer, estábamos todos juntos, y se creó una gran familia entre figurantes, actores y equipo técnico.
C.E: Apostaste por la identificación lingüística. Entendemos que reflejar la forma de hablar de cada uno de los implicados en el caso era un punto a favor para el proyecto…¿verdad?
A.O: Absolutamente sí. La identificación lingüística funciona como creación de realidad, para definir rasgos de personajes o también como elemento de ritmo. Entras en una realidad obvia. En la zona de Santa Pola hablan de una manera específica distinta al valenciano -alicantino-, y Luis Tosar estuvo bien asesorado por una coach para hacerlo lo mejor posible. Esa variedad tan rica del lenguaje hay que visualizarla para construir una historia tan fiel a la realidad.
C.E: ¿Hay algún momento en el que se rompe la cuarta pared y lo que vemos es real?
A.R: Efectivamente. El momento del rescate lo grabamos con cámaras escondidas, drones y apenas se notaba. Llenamos la patera de figurantes y tuvimos que abandonarlos. Esas personas vivieron algo real, hubo pequeños conflictos y pasamos alguna que otra situación angustiosa. Ahí se rompió la cuarta pared. En cuanto los subimos al barco, una chica sufrió un ataque de ansiedad por ruidos y agobio y se sintió algo muy real cuando los actores la colocaron a salvo. Pequeñas anécdotas de momentos impresivos.
C.E: Precisamente, la tripulación del barco y los inmigrantes tuvieron que convivir en apenas 50 metros cuadrados a la espera de que las autoridades europeas tomasen una decisión. ¿Cómo habéis recreado esta situación?
A.R: Fue mágico. La figuracion se implicó de una forma increíble. Eran actores sin texto. Lo vivieron muy de cerca y se integraron rápidamente. En el barco funcionábamos según el viento y las indicaciones de jornada de rodaje. Hubo tiempo para charlar, poner música, bailar y convivir en un espacio cerrado en el que se generó mucho cariño. Hicimos una familia, insisto. Además, algunos de los figurantes habían vivido la experiencia y recuerdo que uno de ellos me dijo en el rescate “en la patera había seres que se peleaban entre ellos” y lo aplicamos al rodaje, al igual que otros consejos que nos dieron.
C.E: Tras el éxito de Luis Tosar y Blanca Portillo en Maixabel, ¿Qué ha supuesto juntarlos de nuevo para este proyecto?
A.R: Para mi fue una maravilla contar con ellos. Cuando yo llegué al proyecto ya estaban en cartel. Y ahí recuerdo que pensé «es imposible que esto salga mal». El resto de reparto lo configuramos con algunas otras caras conocidas y otras que menos, pero todas han sido un gran apoyo. Cuando tienes a Tosar y Portillo en el equipo, sube el nivel y fluye mejor todo. Pocas veces pasa que las personas que quieres puedan dedicarse al proyecto debido a otros compromisos profesionales, y aquí pudimos contar con todos los que se buscaron.
C.E: Es una serie donde la incertidumbre y la tensión están presentes en todo momento. ¿Qué queréis transmitir a la audiencia?
A.R: Sobre todo solidaridad. El valor humano es lo fundamental. Me gusta explorar no solo lo que se cuenta sino cómo se cuenta. A diario vemos en el telediario a personas tratadas como números, pero tenemos que continuar con nuestras vidas porque no podemos permitirnos empatizar con lo que cuentan. A través de la ficción, el ejercicio de mirar se convierte en una experiencia distinta porque puedes parar tu vida y entrar en la historia. Gracias al punto de vista de Pepe y Cía descubres lo que pasó y cuál fue la verdad de los migrantes. Sin didactismos ni moralismos. Es un proyecto que llega al alma y te lleva a ponerte en la piel de los implicados.
C.E: ‘La ley del mar’ se abraza a la esperanza de encontrar una vida mejor… ¿Creéis en el destino o la suerte?
A.R: Si todos nos ayudamos y damos lo mejor de nosotros mismos iremos hacia una dirección, pero la vida es más compleja que eso. El ser humano tiene en sus adentros lo peor y lo mejor y debemos potenciar lo bueno. Este proyecto no va a solucionar nada, pero es un pequeño grano de arena para que los espectadores abran su corazón y lo vean de otra forma, es decir, que un alguien ayude a otro alguien.
C.E: Los resultados del estreno en À Punt han sido espectaculares… ¡A ver qué pasa en la televisión pública española!
P.O: Si, batimos récord y estamos muy contentos. ¡Muchas gracias, veremos!
Entrevista: Gemma Ribera
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