REVIEW #TEATRO: Experimentación e innovación en el show inmersivo ‘Fuerza Bruta Wayra’

Fuerza Bruta Wayra, creado y dirigido por Diqui James, ha llegado al Teatre Cúpula Arenas de Barcelona causando sensación. No es de extrañar, porque se trata de un espectáculo con música en vivo y proyecciones cargado de emociones fuertes gracias a números de distintas disciplinas artísticas que desafían los límites aéreos, acuáticos y terrestres.

¿Y de dónde viene? Fuerza Bruta nació en 2002 a cargo de la compañía argentina De La Guarda, formada en 1993. Su objetivo era muy claro: querían crear un espectáculo que potenciara la creatividad y la experimentación. Actualmente han visitado casi 70 ciudades de todo el mundo y se ha convertido en un fenómeno internacional.

Aunque los verdaderos protagonistas son los 12 artistas multidisciplinares que vemos en escena, detrás están, a parte del director y creador, Gaby Kerpel en la dirección musical y composición; Alejandro García, en la dirección técnica; y Fabio D’Aquila, en la coordinación general.

Es difícil describir Fuerza Bruta Wayra con palabras sin hacer spoilers. Básicamente es un montaje de 360° que ofrece una experiencia dinámica e inmersiva, donde todo sucede a una velocidad vertiginosa. El público está de pie y va siguiendo las indicaciones del staff para participar en este show único donde los artistas se rodean de efectos visuales, luz estroboscópica, agua, humo y viento. Para ser más exactos, cuentan con 200 luces, 10 turbinas de 1,20 metros cada una, una máquina de correr de 1.500 kg que soporta hasta 5 actores a la vez, y una “burbuja de agua” de 17 por 23 metros tipo piscina elevada por encima de los 1.200 espectadores que caben en la sala.

Se recomienda para personas a partir de 8 años, pero hay entradas disponibles para niños a partir de 4 años. Eso sí, la función de los sábados a las 22h es exclusiva para mayores de 18 años y, después de la sesión, se llevará a cabo la Live Night, una fiesta con música y bebida. En realidad, se podría definir como una fiesta, porque lo es. Sobre todo en los momentos de “relleno” en los que la música rock y techno y alguna que otra coreografía entretienen a los asistentes.

Tiene una alta complejidad técnica y resulta sorprendente en su conjunto. El hilo conductor es una persona que va a contracorriente, para mostrar los obstáculos a los que nos tenemos que enfrentar los humanos y lo especial que sería la vida si la pudiéramos pasar por ella como si de un sueño se tratase. Aviso: No es un espectáculo apto para personas que sufren claustrofobia o fotosensibilidad.

Valoración: ★★★★

Información y entradas

Texto: Gemma Ribera

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