TEATRO – NACIONAL – CRÍTICA
Este 2024, se cumplen 100 años de radio en nuestro país. Nada más y nada menos que la Cadena SER celebra los 100 años de su primera emisora, Ràdio Barcelona. Para rendir homenaje al medio, una de sus caras -o mejor dicho de sus voces- Andreu Buenafuente, aceptó la propuesta de plantarse en el Teatre Victòria con un stand-up comedy para contar a los espectadores lo que ha vivido a lo largo de sus 40 años de radio.
Hablamos de La ràdio que em va a parir (La radio que me parió), un monólogo en el que el presentador narra su recorrido personal por este medio. Como comunicador, certifica que “Todo lo que soy, si es que soy algo, se lo debo a la radio”. Durante casi hora y media, Buenafuente viaja por su trayectoria profesional unida, de un modo u otro, a la historia de la radiodifusión. En ‘La ràdio que em va parir’, recuerda desde los programas nocturnos a los deportivos, pasando por matinales, los espacios de humor y los programas musicales. Con su buen humor y la ironía como herramienta principal, el de Reus saca pecho y aprovecha el leitmotiv de su carrera para hacer reír y recordar.
“El que vale, vale y el que no, para deportes”. Ese fue el mensaje de bienvenida que un joven Andreu Buenafuente recibió el año 1982 al cruzar la puerta de Radio Popular de Reus. Allí le esperaba un “guapísimo” Carles Francino, con quien pasó momentos inolvidables.
Poco a poco recuerda como acabó entrando a trabajar a la sede de Ràdio Barcelona hasta llegar a ser el subordinado del gran Xavier Sardà. Imposible olvidar cómo, en el bar próximo a la radio, se dejaba seducir por las voces de los locutores de Radio Nacional. Buenafuente no se cansa de repetir que siempre ha aprendido mucho de los “cracks” de los que se ha rodeado, al igual que asegura que ha tenido épocas de “mucho trabajo” y que no ha sido fácil alcanzar el éxito.
Buenafuente aparece en escena solo ante el peligro en medio del escenario. Respaldado únicamente por algunos cortes radiofónicos, algunas voces pregrabadas que le dan conversación y unas imágenes reales proyectadas en la pantalla que hay detrás, las cuales sirven para documentar lo que explica. De hecho, es divertido ver cómo este distendido monólogo transcurre en un improvisado estudio radiofónico, donde surgen anécdotas e historias que van del pasado hasta el presente.
Para mi gusto, a este show le falta algo más de chispa y quizá algo más de información o, al menos, algunas referencias. Hay interacción con el público e incluso da cabida a la improvisación, pero también, en la función que presenciamos, hubo momentos en los que se trababa o equivocaba, todo de forma muy sutil o natural. Algunos temas quedan pobres comparándolos con otros, por lo que podríamos decir que falta equilibrio para no acabar yendo atropellado al final.
¿Por qué verlo?
La sala se llena porque ver a Buenafuente es sinónimo de risas, empatía y diversión. Todos sabemos que la radio le ha hecho crecer como humorista y está claro que, pese a llevar años haciendo televisión, nunca se despegará de ella.
Valoración: ★★★
Texto: Gemma Ribera
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