CINE – NACIONAL – CRÍTICA
Wolfgang (Extraordinario), la nueva película de Javier Ruiz Caldera, es un retrato delicado y conmovedor de la paternidad, el duelo y el aprendizaje mutuo. Alejándose de las comedias gamberras a las que nos tenía acostumbrados, el director opta aquí por un tono más introspectivo y humano. En este caso, la historia de un niño prodigio de la música, que se enfrenta a la muerte de su madre y a un mundo emocionalmente inaccesible, se convierte en el eje para explorar temas universales como la comunicación, la aceptación y el crecimiento personal.
La trama gira en torno a Wolfgang, un niño de 10 años con un cociente intelectual de 152 y diagnóstico de autismo, que se ve obligado a mudarse con su padre, un hombre que nunca había conocido. La película no cae en la tentación de usar el autismo como el eje central, sino que lo presenta como una característica más en la vida de un niño que, además de lidiar con su condición, debe enfrentarse a las complejidades de perder a su madre y conocer a su padre. La película se siente respetuosa y consciente de los límites que hay entre el retratar y el explotar el sufrimiento humano, lo cual es una de sus grandes fortalezas.
El padre, interpretado por Miki Esparbé, es un actor mediocre con sueños de gloria, un hombre que todavía vive atrapado en su juventud y que no sabe cómo asumir responsabilidades. Su relación con Wolfgang comienza desde un lugar de incomodidad y desconcierto, pero la cercanía entre ambos, marcada por sus diferencias, se transforma en algo profundamente emotivo. A medida que avanza la historia, el vínculo entre ellos se forja de una manera a veces dolorosa, pero siempre honesta, creando un equilibrio perfecto entre lo cómico y lo dramático.
Jordi Catalán, quien da vida al pequeño Wolfgang, ofrece una actuación impecable, transmitiendo con sutileza la mezcla de aislamiento y brillantez que caracteriza a su personaje. La película no solo se centra en las habilidades intelectuales del niño, sino en su lucha constante por conectar emocionalmente con su entorno. El film nos lleva a reflexionar sobre nuestra propia capacidad para entender a los demás y ser empáticos.
La música juega un papel fundamental en el desarrollo de la trama, no solo como una vía de expresión para Wolfgang, sino como un lenguaje que ayuda a ambos personajes a conectar con sus emociones. A través de las teclas de un piano, la película nos recuerda que el arte tiene el poder de desbloquear lo que parece inalcanzable, de abrir puertas a lugares profundos en el ser humano que el habla no siempre puede.
¿Por qué verla?
Wolfgang es, en definitiva, una historia sobre aprender a vivir con lo que no podemos controlar, sobre aceptar lo que nos hace diferentes y, por encima de todo, sobre el amor incondicional entre un padre y un hijo que se descubren mutuamente. La capacidad de comunicación entre ellos es lo que otorga a la película una cualidad terapéutica, como si el propio proceso de creación de esta relación fuera una cura para ambos personajes. Estreno en cines el 14 de marzo de 2025.
Valoración: ★★★★
Texto: Gemma Ribera
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Aquí el tráiler:
