CINE – NACIONAL – CRÍTICA
A veces basta un gesto mínimo, una mirada esquiva o un silencio mal digerido para intuir que algo dentro se está rompiendo. Así arranca Molt lluny (Muy lejos), el debut como director de Gerard Oms, una película que habla de huidas, de máscaras y de todo lo que no nos atrevemos a nombrar. Y lo hace sin prisa, sin trampa, sin necesidad de subrayar. Llega a los cines el 11 de abril de 2025.
El arranque puede despistar porque nos muestra una escena futbolera en la que vemos a la afición del RCD Espanyol en partido europeo, con cánticos y euforia colectiva. Pero ese contexto es solo la excusa perfecta para hablar de pertenencia y la voluntad de encajar. Porque cuando el protagonista –un Mario Casas contenido, frágil, sorprendente– se queda varado en los Países Bajos, lo que empieza como una anécdota se convierte en una grieta existencial.
A partir de ahí, la película se transforma en una historia de supervivencia emocional y física. Casas deambula por Utrecht como un náufrago sin brújula: sin hogar, sin idioma, sin certezas. Pero su deriva no es derrota, sino liberación. Poco a poco, Molt lluny (Muy lejos) va revelando su verdadero corazón: el de alguien que, para empezar de nuevo, necesita perderlo todo.
Lo que Gerard Oms construye es un relato íntimo y honesto, con una textura emocional que atraviesa cada plano. No es casual, ya que el director vivió esas mismas calles, trabajó en esos mismos bares, arrastró ese mismo cansancio. Esa conexión vital da forma a un cine realista que se apoya en lo pequeño para hablar de lo universal.
En este caso, Mario Casas, más que construir un personaje, lo habita. La decisión del director de ocultarle partes del guion para que reaccionara con espontaneidad se nota. También ayuda un reparto sólido que lo acompaña y lo sostiene, con un David Verdaguer preciso y avispado en cada escena compartida. En ese entorno coral, Casas encuentra el tono justo: vulnerable, callado, profundamente humano. Su trabajo es tan físico como contenido, tan real como frágil. No sorprende que el Festival de Málaga lo haya premiado porque este es, sin duda, uno de sus papeles más maduros.
El guion, que se fue reescribiendo con las aportaciones del propio reparto, refleja esa experiencia colectiva de tantos jóvenes que han buscado fuera lo que no encontraban dentro. Hay un cuidado especial en la puesta en escena, en los silencios, en una dirección de arte austera y precisa. Que Mario Casas lleve la misma ropa durante toda la película no es un detalle menor, es parte de esa sensación de limbo, de rutina suspendida, de pérdida de identidad.
¿Por qué verla?
Molt lluny (Muy lejos) habla del exilio interior, de trabajos precarios, de clases de idiomas en aulas frías, de propinas, de turnos imposibles, de esa adaptación forzosa que tantas personas han vivido al emigrar. Pero también habla de algo más profundo: de la necesidad de dejar de fingir, de sacarse la careta incluso cuando ya forma parte de la piel. Muchas veces, para encontrarse, hay que perderse del todo. Y, aunque parezca contradictorio, a veces solo estando muy lejos se puede estar realmente cerca de uno mismo.
Valoración: ★★★
Texto: Gemma Ribera
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Aquí el tráiler:
