MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA
Desde primeras horas de la tarde, el Sant Jordi Club ya respiraba otra energía. Fans jóvenes —la mayoría chicas— llegaban decididas a hacerse con un buen sitio tras más de seis horas de cola. Lo que parecía una espera cualquiera acabó siendo parte esencial del ritual: una liturgia colectiva antes del estallido. A las 21:25, con veinte minutos de retraso sobre la hora prevista, se apagaron las luces. Nada de discurso de bienvenida ni intro dramática. Young Miko salió al escenario y disparó cinco temas seguidos —Rookie of the year, Oye ma’, Lisa, Riri y Tempo— sin mediar palabra. Con su habitual ropa oversize y una actitud firme y relajada, la artista entró directa al grano, segura de que el público ya estaba de su lado.
Detrás del nombre artístico de Young Miko está María Victoria Ramírez de Arellano Cardona, una joven puertorriqueña que ha revolucionado el panorama del reggaetón desde una mirada queer, irreverente y generacional. En apenas tres años ha pasado del underground a colaborar con figuras como Bad Bunny, Bizarrap o Feid, y se ha convertido en un icono para toda una nueva ola de fans que ven en su propuesta algo fresco, inclusivo y profundamente personal.
Mientras sonaban los primeros beats, desde el foso se elevaban gritos que pronunciaban frases como “¡Mucha ropa!”. Miko, divertida, respondió al juego y fue despojándose de capas hasta quedarse en top, entre aplausos y sujetadores que llovían desde el público como prueba de devoción. La puesta en escena no necesitó artificios. Pantallas que jugaban con su imagen, efectos glitch, luces y una escenografía sobria pero contundente acompañaron una selección de temas que intercaló hits propios con homenajes: 8 AM de Nicki Nicole, DISPO de Karol G, FINA de Bad Bunny o COLMILLO de Tainy.
Pero si hubo un punto de inflexión en la noche, fue la aparición estelar de Bad Gyal durante Chulo pt. 2. La catalana subió al escenario con seguridad, poca ropa y muchísima presencia, desatando un rugido colectivo. Baby Miko le agradeció el gesto y la proclamó, sin rodeos, “la reina de Barcelona”.
La recta final fue una celebración total con la llegada de Tamagotchi, WASSUP, Princess peach, Offline, Curita y, como cierre, Classy 101 y la esperada BZRP Music Sessions #58, que convirtieron el Sant Jordi Club en una pista de baile sin tregua. Por momentos, los móviles desaparecían y lo único que importaba era el beat, el sudor y la comunión con la artista.
Aunque la organización del evento dejó margen de mejora -desde los accesos hasta el control de horarios-, el ambiente fue alegre y muy enérgico -en todos los sentidos-. Antes de cerrar el concierto, Miko prometió volver. Y por cómo la despidieron —con gritos, lágrimas y móviles al aire—, Barcelona le guardará el sitio. Porque si el reggaetón actual tiene nueva cara, esta noche quedó claro que también tiene nuevo corazón.
Gemma Ribera
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