CRÓNICA: Mägo de Oz actúa en el Festival Empremtes y llena Barcelona de rock, folk y épica

MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA

La Sala Razzmatazz ya no es solo una parada más en la gira de Mägo de Oz. Con el paso de los años, la mítica sala barcelonesa se ha convertido en una especie de santuario para la banda madrileña: un lugar seguro, familiar, donde cada acorde encuentra eco en una multitud que se sabe las canciones de memoria y que, como en cada visita anterior, volvió a llenar la sala de energía desbordante el pasado 30 de mayo de 2025, en el marco del Festival Empremtes.

Esta parada en Barcelona forma parte del Diabulus in Ópera II Tour, una gira que da continuidad a su celebrado formato sinfónico, donde el grupo vuelve a fusionar su característico folk metal con arreglos orquestales, tintes teatrales y una puesta en escena cuidada hasta el mínimo detalle. Un concepto ambicioso, visual y sonoro, que eleva su repertorio a otra dimensión.

La velada comenzó con Alicia en el metalverso, sumergiendo al público en su particular universo de mitología, crítica social y fantasía. A partir de ahí, la fiesta fue imparable: Molinos de viento y Satania desataron los primeros pogos y cánticos colectivos, dejando claro que el público venía dispuesto a dejarse la voz. Lejos de limitarse a sus grandes éxitos, la banda supo trenzar un repertorio en el que destacaron especialmente Luna de sangre y una poderosa versión de La venganza de Gaia, que combinó pasajes instrumentales brillantes con una interpretación vocal impecable.

Uno de los puntos fuertes del directo fue la compenetración entre los dos vocalistas actuales: Zeta, con años de experiencia al frente del grupo, y Rafa Blas, ganador de la primera edición de La Voz, que ha sabido aportar carisma, potencia y una energía renovada. Ambos se alternaron con naturalidad, enriqueciendo los temas clásicos y dando vida a los nuevos con frescura.

Junto a ellos, el resto de los integrantes brillan con fuerza: Víctor de Andrés y Manuel Seoane en las guitarras, Fernando Mainer al bajo, Manu Reyes en la batería, Josema (violinista y flautista con alma de juglar), y Patricia Tapia, cuya voz aporta equilibrio, garra y sensibilidad. Un equipo cohesionado, potente y con una química palpable.

En el tramo final, La posada de los muertos y Gaia llevaron la épica al máximo, cerrando el bloque principal con un sonido arrollador. El bis, como era de esperar, fue la guinda del pastel: La costa del silencio y Fiesta pagana fueron celebradas como auténticos himnos generacionales.

Mägo de Oz vuelve a demostrar que su propuesta sigue más viva que nunca. Que la fantasía, el metal, el mensaje y la fiesta pueden ir de la mano. Que los cambios de formación no hacen sino reforzar una identidad colectiva que ha sabido evolucionar con los años sin perder su esencia. Y que lugares como Razzmatazz, más que salas, son escenarios donde se renueva el hechizo.

Gemma Ribera

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