MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA
Els Catarres volvieron a Barcelona el 31 de mayo a la Sala Razzmatazz, con todas las entradas agotadas dentro del Festival Empremtes 2025 para presentar su nuevo disco, Paracaigudistes, recién sacado del horno. Este trabajo refleja la madurez artística y personal del trío catalán, y en él exploran la fragilidad de la vida, las relaciones humanas y, sobre todo, la valentía de lanzarse a vivir.
Èric Vergés (guitarra y voz), Roser Cruells (bajo y voces) y Jan Riera-Prats (guitarra y voces) lideraron un concierto cargado de energía vital, donde la conexión con el público fue inmediata y profunda. El show arrancó con la fuerza del tema homónimo Paracaigudistes, disparando la chispa que contagió alegría y emoción a toda la sala.

Temas como En peu de guerra, La fortuna y Cançons d’amor fueron cantados a coro, marcando la comunión perfecta entre banda y seguidores. Els Catarres saben bien cómo combinar la alegría contagiosa con mensajes que invitan a la introspección, y esta dualidad fue uno de los grandes aciertos de su éxito.
Momentos de especial emotividad llegaron con canciones como País estrany y Seguirem lluitant, en las que la resistencia y la lucha personal y colectiva se hacen protagonistas. La potencia de temas como Invencibles y Tokyo rompió la atmósfera para convertirla en una fiesta total, donde el público saltó y vibró sin descanso.
La sensibilidad volvió a escena con Un sostre fet d’estrelles y Ets part de mi, equilibrando perfectamente la intensidad con la ternura. Por supuesto, no faltaron temazos como Raig de sol o Diamants, que reafirmaron la conexión íntima que el grupo mantiene con su audiencia. El final del concierto fue un broche de oro, con un remix sorprendente y celebrado de Jenifer junto a Flying Free, que desató una verdadera euforia colectiva. Cerraron con la potencia de Rock’n’Roll y una segunda interpretación de La fortuna, dejando claro que la madurez y la energía pueden ir de la mano para ofrecer un espectáculo vibrante y sincero.
El trío de Aiguafreda demostró en la Razzmatazz que, tras quince años, no solo conservan la frescura de sus inicios, sino que han alcanzado una etapa de madurez en la que su música sigue llegando intacta al corazón de tantas personas. Más que un concierto, una celebración de la vida y de la música como impulso para seguir adelante.
Gemma Ribera
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