REVIEW #CINE: ‘La Coleccionista’, terror y obsesión en cada reflejo

La Coleccionista, dirigida por Manuel Sanabria y con estreno en cines el 22 de agosto, es una película española que nos invita a explorar un terror que nace de lo cotidiano: los objetos que nos rodean y las historias silenciosas que guardan. Cada espejo refleja más que rostros, cada diario almacena más que palabras, y en este universo donde la acumulación material adquiere un significado psicológico, surge la inquietante posibilidad de que aquello que coleccionamos termine por coleccionarnos.

Sanabria se adentra en esta premisa con una propuesta que mezcla fábula moral y cine de terror, situando la acción en Reino del Duero, un pueblo fronterizo que conjuga lo ordinario y lo extraordinario bajo la mirada de Fátima, personaje enigmático cuya generosidad oculta fines siniestros.

Este thriller psicológico adopta una estructura antológica con dos historias paralelas unidas únicamente por los objetos que Fátima entrega: por un lado, una familia afectada por la pérdida de un hijo; por otro, un visitante solitario que recibe un diario que desata encuentros perturbadores con vecinos que parecen amables, pero esconden intenciones oscuras. Esta dualidad busca explorar cómo los traumas se materializan en lo tangible, aunque la narrativa a veces tropieza al intentar mantener coherencia entre ambas vertientes.

En la primera historia, Maggie Civantos y Daniel Grao interpretan a un matrimonio marcado por el duelo. Los espejos que Fátima les regala actúan como catalizadores de su dolor, recordando la herida que no sana. Civantos ofrece una interpretación contenida y sensible, mientras Grao encarna la racionalidad que intenta sostener un matrimonio al borde del colapso. Sin embargo, las apariciones espectrales recurren a fórmulas convencionales del género, lo que reduce su capacidad de sorpresa.

La segunda trama encuentra en Paco Tous su mayor acierto. Su personaje, cuya cordialidad resulta inquietante, convierte lo familiar en amenazante con matices sutiles. Canco Rodríguez, como forastero vulnerable, se enfrenta a esta familia disfuncional, y juntos logran que el terror psicológico funcione con eficacia, transmitiendo tensión sin necesidad de artificios sobrenaturales. Por su parte, Belén López como Fátima aporta el halo etéreo necesario, aunque su participación limitada impide que el personaje se desarrolle plenamente y vertebre de manera sólida ambas historias.

La atmósfera es uno de los puntos más logrados de La Coleccionista, apoyada en la fotografía de Carlos Pérez Gascó y la música de Pablo García Lozano. Las secuencias nocturnas y los espacios cerrados generan inquietud, aunque la banda sonora a veces enfatiza demasiado lo evidente, restando sutileza. El tercer acto, donde ambas tramas convergen, revela la mayor debilidad de la película: la fusión resulta apresurada y mecánica, sacrificando coherencia narrativa en favor de la espectacularidad.

En definitiva, La Coleccionista es un ejercicio de atmósfera más que una narración sólida. Destaca por su dirección, actuaciones convincentes y tensión psicológica, pero la estructura dual limita su impacto global. Es una propuesta interesante que sugiere más de lo que logra concretar, y aunque no alcanza la excelencia, ofrece momentos de inquietud efectiva.

¿Por qué verla?

Si te interesa el cine de terror que explora la psicología del duelo y la obsesión por los objetos, y disfrutas de atmósferas inquietantes con actuaciones sólidas, La Coleccionista merece tu atención. No es perfecta, pero tiene destellos de originalidad que justifican el visionado, especialmente para quienes buscan un terror que va más allá de los sustos fáciles.

Valoración: ★★★

Texto: Gemma Ribera

© COMOexplicARTE

Aquí el tráiler:

Deja un comentario