TEATRO – BARCELONA – CRÍTICA
Esta temporada teatral 2025-2026 Lolita Flores regresa por tercera vez al Teatro Goya de Barcelona con Poncia, un monólogo dirigido y adaptado por Luis Luque. Más de cuarenta años después de que Lola Flores confesara en el mítico programa televisivo La clave su frustración por no poder interpretar a este personaje en un montaje de Miguel Narros, es su hija quien materializa aquel sueño truncado. En coproducción de Pentación y el Teatro Español, Poncia bebe del universo de Federico García Lorca y convierte a la criada de La casa de Bernarda Alba en protagonista absoluta.
Luis Luque se aproxima a Poncia con respeto absoluto a la creación lorquiana. La escenografía de Mónica Boromello, elegante y sugerente, juega con grandes cortinas semitransparentes que cambian de color según la emoción de cada escena. La iluminación de Paco Ariza subraya las sombras y siluetas de la protagonista, mientras que la música original de Luis Miguel Cobo y el vestuario de Almudena Rodríguez Huertas terminan de configurar una atmósfera cargada de simbolismo. Este cuidado formal convierte el espectáculo en un viaje visual y emocional que sostiene y potencia el trabajo actoral de Lolita.
En los setenta y cinco minutos que dura el espectáculo, Lolita Flores despliega un abanico de registros que sorprenden por su madurez y contención. En la primera parte, Poncia enmarca los acontecimientos que llevaron al célebre “¡Silencio, silencio he dicho!” de Bernarda Alba. En la segunda, se adentra en una recreación a dos voces con Bernarda, momento en el que el texto se vuelve más exigente para la actriz.
Sin embargo, es en la tercera parte cuando Lolita alcanza su mayor altura interpretativa, alejando al personaje de la tragedia y acercándolo a su faceta más humana: su amor por el mar, su infancia o sus deseos. Este tramo recuerda la solidez mostrada en La plaza del Diamante y sitúa Poncia en un clímax emocional intenso.
En la función a la que asistimos, pese a que se insistió repetidamente en apagar los móviles antes de comenzar para no interrumpir la representación, se produjo una falta de empatía y respeto del público. Tosidos, ruiditos y hasta un móvil sonando en pleno segundo acto rompieron el delicado clima dramático que Lolita construía sobre el escenario. La actriz, con enorme profesionalidad, enmudeció unos instantes y reanudó el monólogo solo cuando el teléfono fue apagado, demostrando su temple y experiencia. Este tipo de incidentes evidencian lo importante que es reforzar las recomendaciones al público antes de cada función para proteger el trabajo artístico y la experiencia compartida.
Poncia es un espectáculo imprescindible para quienes aman el teatro y la obra de Lorca. Con una interpretación sobresaliente de Lolita Flores y una dirección exquisita de Luis Luque, la pieza logra transformar a un personaje secundario en protagonista de un viaje íntimo, cargado de poesía y memoria. Ver la obra es asistir a la materialización de un legado familiar y artístico, y a la confirmación de que Lolita es hoy una de las grandes intérpretes de nuestro panorama escénico.
Valoración: ★★★★★
Texto: Gemma Ribera
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