CINE – NACIONAL – CRÍTICA
La 27ª película de Fernando Colomo, Las delicias del jardín, ha tenido su première en el Festival de Cine de San Sebastián dentro de la sección Made in Spain, y supone el regreso del director madrileño al terreno que mejor domina: la comedia autobiográfica y la reflexión artística, recuperando el tono fresco y libre que ya exploró en La línea del cielo (1983) y Isla bonita (2015).
Dirigida, coescrita y protagonizada por Colomo, la película cuenta también con su hijo Pablo Colomo como coprotagonista y coguionista, un tándem padre-hijo que imprime al filme un tono íntimo y honesto, casi doméstico, sobre la convivencia, las tensiones generacionales y las distintas maneras de entender la vida y el arte.
En Las delicias del jardín un padre y un hijo comparten no solo un vínculo familiar, sino también un mismo espacio vital hecho de precariedad y pasión artística. El padre, pintor abstracto heredero del espíritu del grupo El Paso, vive en un garaje que también utiliza como estudio, símbolo de la falta de recursos, pero también de su obstinación creativa. El hijo, figurativo y heredero de Antonio López, regresa de la India y vive en su furgoneta, un detalle que lo convierte en una figura errante y libre.
Esta contraposición entre ambos no solo se expresa en sus estilos pictóricos, sino que refuerza la metáfora de dos generaciones que se enfrentan a su propio modo de supervivencia artística. Lo abstracto contra lo figurativo, la experiencia frente a la rebeldía, el pragmatismo frente al idealismo: dos mundos que conviven y colisionan al mismo tiempo.
El “toque Colomo” impregna todo el metraje. Con una mezcla de ternura, ironía y humor despreocupado, el director convierte escenas cotidianas en fragmentos de vida real, con diálogos que parecen improvisados, pero esconden una estructura cuidadosamente trabajada. La convivencia entre padre e hijo funciona como motor dramático y laboratorio emocional: sus cuadros son un espejo de tensiones, frustraciones y afectos compartidos. Esa sinceridad otorga a la película un aire de documental íntimo disfrazado de ficción, una especie de autorretrato doble.
El reparto secundario, con Carmen Machi, Antonio Resines, Brays Efe, María Hervás y Luis Bermejo, refuerza ese tono coral que Colomo maneja tan bien, aportando chispa y espontaneidad. Pero es la presencia de Pablo Colomo la que da un aire nuevo, fresco y generacional al conjunto. Su debut cinematográfico, al lado de su padre, no es solo un gesto familiar sino una declaración de intenciones artística.
¿Por qué verla?
Las delicias del jardín no es una comedia convencional ni pretende serlo. Su irregularidad narrativa es parte de su encanto, aunque también su riesgo. El guion, trabajado para parecer espontáneo, se dispersa por momentos en reflexiones sobre política, feminismo, amor y mercado del arte, pero nunca pierde la calidez ni la autenticidad. Merece la pena verla por su mirada cercana al mundo del arte, su retrato de la convivencia entre padre e hijo y su humor sin imposturas. En cines el 19 de septiembre de 2025.
Valoración: ★★★
Texto: Gemma Ribera
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Aquí el tráiler:
