MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA
El 23 de diciembre, a pocas horas de la Nochebuena, el Palau Sant Jordi se transformó en una gran postal navideña. David Bisbal regresó a uno de los escenarios más visitados de su carrera para cerrar gira y hacerlo a lo grande, rodeado de luces rojas, orquesta y un público dispuesto a celebrar antes de tiempo.
No había pasado tanto desde su última visita, pero esta vez el contexto era distinto. Barcelona fue la ciudad elegida para poner punto final al tour de Todo es posible en Navidad, el primer disco de villancicos del artista almeriense, y la respuesta fue masiva: unas 15.000 personas llenaron el pabellón en una noche en la que el aforo incluso tuvo que ampliarse ante la alta demanda.
Vestido con esmoquin y fiel a su imagen más clásica, Bisbal apareció en lo más alto del escenario para abrir el concierto con Navidad junto a ti, una entrada elegante que marcó el tono de la velada. A partir de ahí, el Palau se sumergió en un universo festivo en el que no faltaron gorros de Papá Noel, jerséis navideños y un público entregado desde el primer acorde. El sonido, quizá excesivamente alto en algunos momentos, no empañó un show de alto nivel y gran formato.
Acompañado por una banda de hasta quince músicos, una potente sección de viento y la Orquesta Ciudad de Almería —con el percusionista Luis Dulzaides como uno de los grandes protagonistas—, Bisbal fue desgranando buena parte del repertorio de su álbum navideño. Sonaron la homónima Todo es posible en Navidad, la balada Siempre te recordaré, la solemnidad de Blanca Navidad, el aire mariachi de Te deseo muy felices fiestas o el descaro rock de Jingle Bell Rock, demostrando la variedad de estilos que atraviesa el disco.
Uno de los momentos más especiales e inesperados llegó durante un cambio de vestuario, cuando una versión instrumental de Boig per tu sorprendió al público y añadió un guiño local cargado de emoción. Un detalle sutil que terminó de redondear una noche pensada al milímetro.
Como era de esperar, el bloque central del concierto dejó espacio para los grandes éxitos de su carrera, reinterpretados con nuevos arreglos que evocaron aquella recordada gira acústica de principios de la pasada década. Canciones como No amanece, Esclavo de sus besos, Dígale, Silencio, Mi princesa, A partir de hoy o Si tú la quieres confirmaron que el repertorio de Bisbal sigue funcionando con la misma eficacia de siempre, especialmente cuando el artista muestra esa química tan reconocible con el público catalán.
Para el final se guardó joyas como Corazón latino, Lloraré las penas y Bulería, que encendieron definitivamente el Palau antes de unos bises que abrazaron de lleno el espíritu navideño. Los peces en el río y El burrito sabanero desataron el delirio colectivo, memes incluidos, antes de que Ave María pusiera el broche final a la noche, coreada una vez más como si el tiempo no hubiera pasado.
David Bisbal demostró que incluso después de más de dos décadas sobre los escenarios aún es capaz de reinventarse. ¡Quién le iba a decir que uno de los tours más celebrados de su carrera sería uno de villancicos!
Gemma Ribera
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