TEATRO – BARCELONA – CRÍTICA
Después de que La Ternura cerrase una temporada de éxito rotundo en Madrid, estaba claro que había que traducir el texto de Alfredo Sanzol al catalán. Así llegó La Tendresa al Teatre Poliorama de Barcelona, un montaje cómico coproducido en esta ocasión por Dagoll Dagom y T de Teatre. Por vuestro interés: la buena acogida del público ha permitido prorrogar hasta el 24 de marzo y alargar así los 4 meses previstos en la cartelera teatral.
Sanzol se inspiró en las comedias de Shakespeare para crear una historia de leñadores y princesas que ahora protagonizan Laura Aubert, Javier Beltrán, Elisabet Casanovas, Marta Pérez, Jordi Rico y Ferran Vilajosana. De la traducción se ha encargado Joan Lluís Bozzo, director de la compañía Dagoll Dagom. A simple vista podría parecer repugnante mezclar las comedias de ese universo fantástico tan literario con los cuentos de aventuras al más puro estilo tebeo, pero para nada lo es.
En La Tendresa, los actores hacen suya cada palabra e interactúan con el espectador para que pueda apreciar como convierten en algo completamente verosímil todo lo irreal. Quizá, si tuviéramos que destacar por encima del resto uno de los seis personajes, éste sería la reina que interpreta Marta Pérez, una dama muy digna pero medio loca. Igualmente, todos siguen una línea parecida y configuran las fichas dispuestas sobre el tablero para desarrollar un juego de pistas cuyo dado es ni más ni menos que la imaginación.
La obra empieza mientras vemos a dicha reina a bordo de la ‘Armada Invencible’ junto a sus dos hijas. Resulta que Felipe II las ha obligado a formar matrimonios de conveniencia casándose con hombres de la nobleza tras invadir Inglaterra. Para evitar esta desgracia la madre provoca una tormenta que hace que las tres paren en una isla. ¿Desierta? No, habitada por tres leñadores que no son demasiado amigos de las mujeres. La solución: disfrazarse y mudarse al género masculino para poder camuflarse.
La identidad de cada uno de los personajes está descrita a través de los colores del vestuario y del espacio por donde se mueven. La escenografía es mínima; bastan unos cortinajes para dar entrada y salida a un cúmulo de pensamientos, emociones y discursos plagados de referencias poéticas claramente reconocibles. La música de Fernando Velázquez es también una pieza clave porque nos incita a la aventura y acentúa los momentos más críticos.
- ¿Por qué verla?
El multienredo amoroso entre las tres princesas y los tres leñadores transforma una historia quizá un poco débil en una comedia singular. La guerra de sexos es un tema recurrente en la dramaturgia de Shakespeare, y aquí está muy bien trabajada. Al fin y al cabo, el amor y la ternura es lo que mantiene firmes a esos personajes típicamente estereotipados de los que se burla amablemente Sanzol. A éste vodevil solo le falta un poquito de ritmo… por el resto, queda aprobado con alta nota. Información y entradas
Valoración: ✮✮✮✮
Texto: Gemma Ribera
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