CRÓNICA: Madonna en Barcelona #RebelHeartTour

MUSICA – INTERNACIONAL – CRÓNICA

Madonna ha traído su Rebel Heart Tour a España, con dos únicos conciertos en el Palau Sant Jordi de Barcelona los días 24 y 25 de noviembre. Nosotros estuvimos el segundo día para disfrutar del concierto de la Reina del Pop de todos los tiempos, bajo la extrema vigilancia y seguridad desplegada en el recinto a causa de la situación en la que estamos después de los recientes atentados en París.

Lunice, DJ y productor canadiense, fue el telonero elegido para nuestro país, encargado de amenizar la espera aunque pese a sus ganas, la música cargante no consiguió animar demasiado a los asistentes. Una hora y cuarto más tarde de lo previsto salía Madonna al escenario, descendiendo metida dentro de una jaula al ritmo de Iconic, la canción de apertura con la que se autoproclama líder de un rupo de samurais, seguidamente de Bitch, I’m Madonna, tema que interpretó manteniendo una puesta en escena muy oriental.

Hubo un primer bloque muy guerrero que incluyó temas como el clásico Burning up o los nuevos Holly Water y Devil Pray, en los que, junto a los bailarines, Madonna jugaba con símbolos y motivos religiosos de forma algo irreverente. -Con la mítica Vogue se atrevió incluso a teatralizar «La última cena» de Leonardo-.

El segundo bloque recogió algunas canciones de los 80 y 90 como True Blue, Deeper and Deeper o Like a Virgindonde Madonna se dejó la garganta y el corazón para satisfacer las delicias de sus seguidores más veteranos, combinándolas con actuaciones más sorprendentes como Body Shop, donde el escenario simulaba un taller mecánico, o Heartbreak city, representando a dúo con un bailarín la letra de la canción, historia de desamor, subiendo y bajando unas escaleras de caracol, con el chico cayendo desde lo alto en la última estrofa.

El tercer bloque abría con Living for Love y Madonna enfundada en una larga y brillante capa que al retirarla -correctamente esta vez- dejaba al descubierto el traje de torero con el que vestía, rindiendo homenaje, bromas a parte, a nuestro país, que dice la artista estadounidense que le encanta, sobretodo por la cultura, la comida y el idioma, el cual lleva toda la vida incluyendo en varias de sus canciones. La Isla Bonita precedió a un medley con sonidos flamencos y ropaje de inspiración latina, que remató, para calmarse un poco después de tanto movimiento, con una versión acústica de Who’s that girl, cantada enérgicamente con el público y tocada con un ukelele.

Y fue entonces cuando se dejó ver la Madonna más majestuosa. Como si de un cabaret se tratase, Madonna versionaba con todo el glamour que la caracteriza y una performance muy sensual, piezas como Music y Material Girl. Realmente cada canción superaba con creces la anterior tanto a nivel de coreografía como de escenografía, porque en el fondo, en el directo de Madonna, cada hit es un espectáculo por si solo. Buscando alguien entre el público que quisiera casarse con ella, cubierta con un velo de novia y ramo en mano, demostró una vez más, entre risas y anécdotas contadas, lo polifacética que es.

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Like a Prayer fue interpretado como himno en recuerdo a las victimas de los altercados que últimamente estamos viviendo y el famoso La vie en Rose, en un perfecto francés, fue el canto al amor definitivo, dos instantes íntimos y muy pasionales en los que la diva lanzó el mensaje de «Not fear, only love» con la intención de dejarlo marcado en la mente de todos los allí presentes, insistiendo en la importancia de no tener miedo a nada y de no dejar de luchar por lo que se quiere. El concierto de casi dos horas terminó siendo una auténtica fiesta con Holidays, vistiendo llamativos trajes, saltando y bailando y desprendiendo buen rollo por todos lados.

Sin duda la puesta en escena tan impactante e innovadora, con distintas temáticas y unos montajes a cada cual más increíble, gracias a la incorporación de elementos como las plataformas móviles en el decorado o el amplio muestrario de luces que permiten que sean más interactivos, abarcando también las complejas coreografías y los números musicales del cuerpo de baile durante los entreactos en los que Madonna iba a cambiarse de ropa, hacen que no solo valga la pena verla a ella en acción sino que todo el conjunto sea muy divertido y atractivo visualmente. Madonna puede hacer todo lo que quiera, hasta dramatizar tópicos extremadamente o no insertar en esta gira canciones como Ghosttown o las antiguas Hung up y 4 minutes de su época pop que nadie se va a quejar; todos saben que forma parte del show y que ella es así de natural y desvergonzada.

Texto y fotos: Gemma Ribera
© COMOexplicARTE

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