CINE – ESPAÑA – CRÍTICA
La noche que mi madre mató a mi padre es una comedia familiar y de pareja dirigida por Inés París que este fin de semana se ha estrenado en la 19ª Edición del Festival de Málaga de Cine Español y que ahora, los días siguientes, se presenta en Barcelona y Madrid justo antes de llegar a los cines el día 29 de abril. Es una película que va más allá del género humorístico que caracteriza a nuestro país y precisamente por el formato cómico que tiene resulta un largometraje donde el espectador se convierte en un elemento más del juego tan equilibrista que propone su autora.
El film pretende ser un retrato de «la gran familia». Sí, pretende, porque realmente es una tarea difícil ya que hoy en día en las familias hay muchas generaciones, varios matrimonios, hermanos y hermanastros, ex que reaparecen e incluso a veces existen relaciones amorosas entre miembros de una misma casa, a parte del contraste de ideologías políticas y sexuales que se pueden encontrar. La cineasta y guionista Inés París, experta ya en la realización de comedias, afirma sentirse muy contenta con el resultado y nos ha comentado hoy que ha habido una notable mejoría desde el guión hasta el montaje final, en parte gracias a la incorporación y el trabajo de todo el reparto, ya que cada uno se ha adaptado a la perfección a su papel y ha desarrollado un rol muy particular.
Belén Rueda -encabezando la lista de actores- es Isabel, una actriz que a sus cuarenta años sufre una crisis profesional y personal. Eduard Fernández es su marido, un guionista que prepara una nueva película para la que no ha contado con su querida como personaje principal. Los dos invitan a cenar al actor argentino Diego Peretti -quien se interpreta a sí mismo- para intentar involucrarlo en el proyecto. A partir de ese momento comienzan a surgir los enredos y las conversaciones se vuelven cada vez más trascendentales hasta el punto de llegar a tintar de criminalidad el festín con una serie de sucesos que traerán a todos de cabeza. El elenco cuenta también, entre otros, con Fele Martinez y María Pujalte, quien estuvo -igual que Rueda- presente durante todo el proceso del film. La directora habla maravillas de los dos.
La identidad visual destaca casi que por encima de todas las cosas gracias a una espléndida fotografía, pero aun así, la trama no se queda muy atrás ya que pese a contener una gran dosis de misterio los diálogos son graciosos y están muy bien encadenados, de modo que la intensidad que desprende el film se ve compensada desde el principio y hay risas, muchas risas. Podríamos decir que la película se asemeja a una obra teatral puesto que en La noche que mi madre mató a mi padre no hace falta mucho más que un simple escenario, unos cuantos personajes dando tumbos y sacando la miseria de los demás sin dejar salir la suya propia, y la intriga agarrada al humor mezclando realidad y ficción y provocando, a la larga, inesperados giros alrededor de la verdad y la mentira, el tema que da lugar a los líos que se dan entre unos y otros personajes.
París dice que tuvo claro que Belén Rueda tenia que protagonizar esta película ya que considera que todos los grandes actores deben hacer comedia alguna vez y le apetecía ver si ella era capaz. Afirma que su objetivo principal a la hora de crear el guión fue mostrar a las mujeres como seres complejos que vuelan libremente y que contrastan con la figura masculina, porque ya no están a su servicio y de hecho ni siquiera necesitan ser la típica fantasía para los hombres que se creen la única persona que puede ponerle los pies en la tierra. «Esta vez la mujer no es la que sirve al hombre porque tiene un personaje en si», sentenciaba. Se ensayó mucho teniendo en cuenta que los actores debían entender a los personajes con tal de lograr que sucediera algo orgánico, algo que fuera coherente aun teniendo que enfrentarse a situaciones «muy locas» -así las cualifica la directora madrileña-. Además, esta producción de Canal+ España, Ono y Rodaje Films tiene una serie de intrigas que le dan ese aspecto fuera de lo común ya que cuenta con información dosificada, un factor clave para conservar la tensión que mantiene alerta al espectador hasta el final.
- ¿Por qué verla?
París dedica especialmente este film a su madre, quién falleció hace dos años, porque es la primera película que no podrá ver y quiere mostrarla como un homenaje, a parte de dedicarla también a su padre por tener el humor como forma de vida. Lo cierto es que con el uso de la ironía y el optimismo, la directora consigue sacar el reflejo de una sociedad fácil de reconocer. Es una película fresca y diferente en la que ver a Belén Rueda en otro registro y con la que seguro van a reír mucho al ver a una familia aparentemente moderna pero que en el fondo es hasta demasiado clásica, metida en compromisos o conflictos cuyos personajes desearían no tener.
Texto y fotos: Gemma Ribera
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