TEATRO – CATALUNYA – CRITICA
Las horas pasan lentas en el Palacio. Sin una localización geográfica definida y con un significado del tiempo un tanto extraño, cuatro mujeres esperan, por distintos motivos, la llegada del presidente de un desconocido país, quien parece retrasarse infinitamente. La dramaturga británica Abi Morgan, autora de las películas Shame (2011), La dama de hierro (2011) y Sufragistas (2015), escribió originalmente la obra teatral Splendour en el año 2000, y ahora, conservando su actitud feminista que jamás ha confirmado pero que se deja entrever, la pieza se ha adaptado al catalán bajo la dirección de Carme Portaceli, presentada como Esplendor en el 40 aniversario del Grec Festival de Barcelona 2016, con representaciones en el Teatre Romea hasta el 17 de julio.
Kathryn (Gabriela Flores) es una corresponsal de guerra extranjera enviada para realizar un reportaje fotográfico, que media sus dificultades con el idioma gracias a la intervención de Gilma (Laura Aubert), una interprete norteamericana. Micheleine (Miriam Iscla) es la primera dama y por tanto quien les atiende, acompañada por su mejor amiga Genevieve (Lluïsa Castell). Las cuatro pasan horas encerradas en el salón presidencial del dictador europeo Oleo mientras en el exterior nieva y se escuchan disparos y bombas, señales de la guerra civil que actúan como marcador, como el típico reloj de arena que avanza lentamente y que puedes girar en cualquier momento para volver atrás.
El discurso de esta comedia tan perturbadora carece de una estructura lineal y de simplicidad en los diálogos, pues las cuatro protagonistas pasean por la plataforma semielevada -y los alrededores que configuran el escenario tan elegantemente decorado- conversando entre ellas mediante frases compartidas y situándose también de cara al público para confesar sus pensamientos en forma de pequeños monólogos, como si de secretos se tratase.
El montaje es complicado, de eso no hay duda, pero, en cambio, ya sea por la apertura del escenario del Romea o simplemente por el constante vaivén de flashbacks y repeticiones, la intriga que se crea en pocos segundos, se rompe poco después. Es decir, el espectador pierde fácilmente la conexión con el relato al no entender o escuchar bien cualquier fragmento, y esa angustia que la directora pretende generar, se convierte en un desconcierto que hace más mal que bien.
- ¿Por qué verla?
En Esplendor la tiranía va decayendo a medida que las mujeres presentes defienden su posición y reiteran su poder y sus ideas, tratando de encajar en la sociedad y de mantener en pie lo poco que queda en ese insólito lugar que está tan cerca de la destrucción. La interpretación de las cuatro actrices es maravillosa, porque es de esas obras en las que hay que estar a la altura del texto, y todas ellas lo están. Observadoras, cínicas, pacientes, comediantes… estupendas. Eso sí, es recomendable haber leido la sinopsis de la obra antes de acudir a una función, ya que así no habrá problema a la hora de saber por donde van los tiros, y nunca mejor dicho.
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Valoración: ✮✮✮
Texto: Gemma Ribera
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