REVIEW: «El tiempo de los monstruos» de Félix Sabroso

monstruos

CINE – ESPAÑA – CRITICA

El director y guionista Félix Sabroso estrena este viernes 30 de septiembre su primer largometraje en solitario. Se titula El tiempo de los monstruos y va dedicado con gran afecto a Dunia Ayaso, su fiel compañera de trabajo durante tantos años que falleció en el 2014 a causa de una larga enfermedad. La película la abre una cita de Gramsci que dice lo siguiente: «El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos», y desde ahí nace una compleja trama que aborda no sólo el metacine o «cine-dentro-del-cine» sino mucho más.

Es un desafío para todos los sentidos, tanto que hasta se hace difícil acabar de entenderla con un único visionado, puesto que ese primer esbozo para intentar desentrañar una película que cuenta el texto a través del guion y las imágenes, nos trae por un laberinto que parece infinito, hasta que se consiguen atar todos los nudos.

Sabroso y Ayaso fueron unos maestros de la comedia dramática en nuestro país. con Los años desnudos (2008) como un claro ejemplo. Desde entonces procuraron romper con lo establecido e indagar en las posibilidades de tratar el dolor de la forma más sentida en posteriores trabajos. En este caso, Félix Sabroso presenta una obra cinematográfica algo distinta. Una obra que comenzó a rodarse cinco meses después de recibir la triste noticia y que se fundamenta en homenajear al cine y a todos los que lo hacen posible, explicando visualmente la paradoja de que para muchos el cine es vida, mientras que, a su vez, hay vidas construidas por las reglas del cine.

Víctor (Javier Cámara) es un director de cine que está enfermo y quiere hacer su última película para dejar una obra póstuma a su público. Él y su esposa Clara (Pilar Castro) viven en una mansión donde Marta (Carmen Machi) y Fabián (Secun de la Rosa) son los sirvientes y los controladores de la situación por excelencia. La película se inicia cuando convocan en la señorial localización al guionista Raúl (Julián López), su pareja y artista Virginia (Yaël Barnatán) y a la actriz Andrea (Candela Peña) que asiste junto a Jorge (Jorge Monje), un mecánico dental que parece ser su novio de turno pese a ser llamado “el nuevo personaje” por todos los demás. Los actores Antonia San Juan y Pepón Nieto participan como secundarios, pero los personajes anteriores, protagonistas a partes iguales, son los colaboradores habituales que ayudaran a los dueños de la mansión una vez más con la realización del metraje. En cuanto se presentan los personajes tal como Raúl y Víctor han pensado y desarrollado previamente en papel, empieza el juego.

A medida que avanza la trama se produce un giro muy desconcertante, una vuelta de tuerca que incita a mirarlo todo desde otra perspectiva. Las cámaras cambian de posición como si de repente tuviesen una función distinta, los personajes se ponen al mismo nivel que los espectadores y desde dentro les asaltan las dudas sobre si realmente son ellos mismos o son personajes ficticios, además de cuestionarse si lo que está sucediendo en esa mansión es real o no. Ahí está el trasfondo: manipular la insatisfacción personal que la mayoría de los intérpretes experimenta en su propia vida para activar la autoconciencia.

Todos los personajes a excepción de Jorge van disfrazados con algún añadido capilar, aunque en realidad ninguno se libra de llevar una máscara puesta, ese típico caparazón transparente utilizado para aparentar y proclamarse «el más fuerte». Todos actúan como marionetas en este juego, con los hilos moviéndose desde dentro y fuera de la ficción. Teniendo ese dato en cuenta, si le sumamos una misteriosa música, una paleta de colores de lo más llamativa y el sello de identidad que no puede faltar en la filmografía del autor: ir de payaso pero hablando casi en serio, es cuando sin referencias explícitas se genera el metacine que nos ofrece El tiempo de los monstruos.

 Eso sí, por muy surrealistas que sean algunos diálogos, no cabe duda de que Javier Cámara, Candela Peña o Carmen Machi son los verdaderos monstruos, unos monstruos de la interpretación capaces de dar credibilidad al texto y generar situaciones emocionantes partiendo de la nada.

  • ¿Por qué verla?

En esta muestra de cine reflexivo -o mejor dicho autoreflexivo- que se sumerge en más profundo de la fragilidad humana, cada personaje ejecuta un rol muy particular y, al igual que el espectador, está desprotegido. Continuamente van surgiendo preguntas a raíz de la narración, que tiende a desmontar la coherencia inicial con la inclusión de nuevos enredos. Tal como se avanza en las primeras escenas, «lo importante es el final», porque ahí se le da al espectador la oportunidad de desdoblar sus propias conclusiones. Es una película estimulante y singular, quizá sin nada que decir pero con un reparto apropiado y unas capas que se sobreponen de forma sorprendente. Que quede claro que para enfrentarse a ella hay que saber mirar hacia dentro, de cara al espacio ficticio; y hacia fuera, con la vista puesta al exterior de la pantalla.

Valoración: ✮✮✮

Texto: Gemma Ribera
© COMOexplicARTE

Aquí el trailer:

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