TEATRO – ESPAÑA – CRÍTICA
Moustache, The Rhythm Musical se ha estrenado esta noche de martes 13 en el Teatre Apolo de Barcelona, con la asistencia de múltiples caras conocidas del mundo del teatro y la cultura. Son muchos los que han querido apoyar al equipo y a Coco Comín, la directora de este nuevo musical de gran formato dirigido especialmente a hombres que luzcan bigote, «símbolo por excelencia de la virilidad». El proyecto se configura a ritmo de tap dance -más conocido aquí como claqué- y nos transporta a Londres de principios del siglo XX mediante el humor, la música en vivo, mucho baile y un exagerado dramatismo.
Después de 45 años de consagración a las artes escénicas, Coco Comín vierte toda su experiencia en este nuevo espectáculo. Encargada del guion y de la dirección artística, reúne las tres condiciones clave para completar un show de éstas características y hacerlo apto para todos los públicos. Esto equivale a la interpretación de canciones, música y coreografías en riguroso directo. Para hacerlo posible, el elenco está formado por 6 músicos, 4 cantantes que ponen las voces principales y 11 bailarines de su escuela de danza y comedia musical.
El argumento gira alrededor de El Pequeño Max, un exitoso comediante y bailarín que protagoniza los shows del Moustache Music Hall, un club situado en la calle Druny Lane de Londres que funciona desde el año 1900, justo cuando se nos presenta la obra.
El actor Sergio Franco se pone en la piel de este payaso encasillado que aspira a cumplir un deseo interior muy distinto a su realidad. Con sus ingeniosas paradojas, el personaje empieza siendo divertido, pero poco a poco va adquiriendo un dramatismo absurdo que queda fuera de lugar para los tiempos en los que estamos, sin una base lo suficientemente fuerte como para llegar a conmover a la audiencia. Su actuación personal es buena en el baile y en la interpretación, quedándose más limitada quizá en el canto. Del mismo modo, Júlia Ortínez -coreógrafa del musical junto a Sharon Levi- demuestra sus dotes de claqué, pero, en el papel de Mary -la enamorada de Max durante toda la obra-, consideramos que tampoco está a la altura interpretativamente.
El primer acto inicia en el año 1930, con un relato que narra la devastación del teatro por culpa de un incendio. De ahí viajamos al pasado a través de un flashback teatral, y vamos a parar a la época más gloriosa del Moustache. La puesta en escena es muy atractiva, y los números musicales, aunque mantienen todos la misma disciplina artística, también. Combinan una variedad de atrezzo, estilos y épocas que hace que resulten complejos, pero a su vez muy vistosos y entretenidos. La energía positiva que se reparte en el escenario bailando claqué, automáticamente se contagia rápido por la platea.
Tener al maestro Xavier Mestres en la dirección musical es todo un acierto. Poder ver a los músicos y notar el impacto de los sonidos en vivo es muy gratificante. Un número a destacar es el que despide la primera parte: «Nakupenda Malaika»; ya que en un ambiente africano, consigue atrapar al público y nos deja con ganas de seguir. En el segundo acto, el trepidante ritmo decae en algunos momentos. Son los números «Opa», «The Railway Station» y «Waxon Wax» los que encarrilan de nuevo la obra. El problema que tiene la historia es una cuestión de guion. La narración busca el equilibrio entre comedia y drama, y, precisamente por ello, fuerza a los actores a actuar de manera demasiado teatralizada. Si la segunda parte cobra vida es gracias a la aumentada participación y brillante técnica vocal de los actores-cantantes Albert Martínez, Ernest Fuster y Joaquín Catalán.
- ¿Por qué verlo?
Moustache es un musical que brinda al público una faceta distinta con el claqué, y por ello ya sorprende tanto si eres seguidor de éste género teatral como si no. Juegos de palabras, pasos de baile, múltiples cambios de vestuario, elementos cómicos constantes.. quizá podríamos calificar esta pieza como «teatro experimental» igual que existe el «cine experimental», dado que es algo fuera de lo común y que la historia que cuenta no tiene mucha lógica. Sin embargo, se trata de un musical, y por lo que a la música y a la danza se refiere, no hay nada que reprochar. Así pues, os recomendamos que lo veáis y viváis como una nueva experiencia, y juzguéis vosotros mismos. Aquí las entradas
Texto y foto: Gemma Ribera
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