MÚSICA – ESPAÑA – CRÓNICA
El 2016 ha sido, sin duda alguna, el año de Manuel Carrasco. El cantante y compositor nacido en Huelva es querido por muchos desde que se presentó a la segunda edición del talent-show Operación Triunfo. Pues bien, hoy, trece años después, es posible confirmar que es de los que más ha crecido, tanto como persona como a nivel profesional. Con los dos últimos discos de su carrera ha dado un paso al frente, y este año, aun se ha ganado el cariño de gente nueva siendo coach del programa La Voz -como en su día lo fue David Bisbal, el triunfito número uno-. Después de tenerlo cerca en entregas de premios, las cuales en su mayoría hacían referencia a la calidad de su gira Bailar el viento, no podíamos perder la ocasión de vivir el directo que esta noche ha ofrecido en el Palau Sant Jordi, especial no solo por ser el último concierto del año, sino por ser también el último del tour.
Carrasco hace ya tiempo que dejó su timidez a un lado, pero en cambio, sigue siendo igual de humilde que al principio. Su eterna y simpática sonrisa ha aparecido en Barcelona para «subir» a lo más alto a todos los asistentes. Y decimos «subir» porque «¡Súbanse!» y «¡Súbele!» han sido las palabras más repetidas, como señal de conexión con el público y de motivación. Sus canciones evocan felicidad y sinceridad, y cada uno de sus versos reflejan proximidad y sencillez. Así es él, tan cercano como lo es la brisa del viento que sopla en invierno. Su viento, sin embargo, no es agresivo; tan solo baila al compás de la música, con una intensidad propia del que mira a la vida con optimismo y no se deja enredar.
Tambores de guerra y Aprieta han encendido la mecha de este explosivo concierto. «¡Bona nit Barcelona! Qué alegría, lo pienso y no me lo creo. Yo en el Sant Jordi esta noche y tú bailando mi viento», saludaba el andaluz sin perder su espíritu poético tan característico. «El corazón se me sale del pecho viendo tus miradas y la forma en que me recibes cada vez que subo a un escenario […] ¡Esta noche va por ustedes!». Turno de la románticas baladas Y ahora y Sabrás, ambas aclamadas y coreadas con fuerza por el público. Los primeros compases de Pequeña sonrisa sonora los ha interpretado al piano, pero justo antes la ha presentado explicando «Ahora me han cambiado los regalos, ya no me regalan cuadernos, sino baberos y mantitas», en referencia a su recién anunciada paternidad.
Tal como ha revelado el artista, Mujer de las mil batallas es una de las canciones más importantes sino la que más, ya que sirve para pelear en una batalla y para acompañar a la gente en los pasitos difíciles que la vida pone a prueba. Para compensar este momento emotivo y delicado, ha proseguido con su mayor himno: Yo quiero vivir. Un auténtico canto a la vida que el público ha recibido con euforia cantando a todo pulmón.
Con las palmas marcando el ritmo, Tan solo tú ha hecho vibrar al Palau y al propio cantante. Un tema que quizá suena al estilo del grupo Andy y Lucas, pero que basta con ver el excelente potencial vocal de Carrasco y su carisma para medir distancias. «Barcelona, ¿Me concedes este baile? Vamos juntos a Bailar el viento«. Eso es lo que ha ocurrido acto siguiente, toda la gente del Palau ha extendido sus manos al aire para danzar el tema que da nombre a su disco más reciente y a la misma gira, con un final eléctrico apabullante. Siguiendo con la intensidad sonora y la energía del público bien arriba, ha cantado Uno x uno, donde ha dejado que su gente cantase un fragmento a solas.
Justo antes de traer al invitado de la noche al escenario, ha tenido lugar uno de los momentos más bonitos de la velada. Si ya mencionábamos su destacada técnica vocal, con la interpretación de Menos mal en compañía del piano y una armónica, ha enmudecido al personal -excepto algunos que preferían lanzar piropos antes de permitir que Manuel se concentrase de pleno-. La sorpresa nos la hemos llevado todos al ver la presencia de uno de los finalistas de la cuarta edición de La Voz, Carlos Torres. Siendo los dos andaluces, era inevitable que la vena flamenca aflorase, así que, con mucho arte, han cantado a dúo el tema Yo te vi pasar, dedicada a «Toda la gente del pueblo de Carlos, y a todos los que han venido de fuera para este concierto».
Guitarra en mano, se ha soltado todavía más y ha interpretado en acústico Soy afortunado. Carrasco recalcaba «Este ha sido el mejor año de mi vida, por todo lo que me habéis dado». A continuación, ha recurrido de nuevo a los músicos para cantar No tengo prisa y, para no romper la magia y la alegría, ha solicitado iluminar el recinto y convertirlo en un cielo de estrellas. Sus deseos son órdenes, de modo que No dejes de soñar ha estado envuelta de linternas de los móviles, creando así una atmósfera brillante y esperanzadora.
En los bises llegó el tema que le empujó hacia el panorama musical: Sígueme. Mientras los asistentes cantaban esta canción al mismo tiempo que Manuel, sus brazos se movían de lado a lado igual que una marea, haciendo caso a una de las frases de la canción: «Como el río cuando va con su corriente». Tras éste clásico, tocaba otro: Que nadie. Adueñándose de la guitarra y cantando junto a la banda con un lyric-video de fondo, no se ha cortado ni un pelo. En esta ocasión ha puntualizado la canción y la ha encarado hacia «Los machistas cobardes que se esconden bajo su máscara, porque una mujer no es propiedad de nadie». Aplausos por doquier.
«Por noches como ésta nunca se me quitan las ganas de vivir». Decía emocionado a la hora de presentar al equipo técnico y a sus seis músicos -entre los que se encuentra su primo David Carrasco-. La faceta más intimista estaba por llegar. Las luces se han atenuado, un piano de cola se ha plantado en el centro del escenario, y Manuel ha aparecido para interpretar, en acústico, Libre y Desde aquí del otro lado -inspirada en su futuro bebé-. Con los pelos de punta él mismo confesaba: «Siempre lo digo, no quiero que se pierda mi voz en el tiempo» y ahora, nosotros confesamos que, desde luego, con recitales tan emotivos como lo ha sido éste momento, va a resultar difícil olvidar su voz.
Para ir terminando, con toda la banda a su alrededor, ha cantado el coreado Ya no, Amor planetario y Bésame otra vez, los tres temas sacados de su último disco. «Barcelona, ¿Sabes que te digo? ¡que ahora el que no se quiere ir soy yo!». Por si no existian pruebas suficientes de sus dotes de poeta, ha reunido el cajón flamenco, ha agarrado su guitarra y ha adaptado una canción flamenca sobre Barcelona y sus símbolos más conocidos. La letra incluía el verso «Catalunya quiero que tú decidas, pero te quedes conmigo» y ha terminado en catalán. Sobran las palabras, puro arte. Las más de dos horas de concierto han acabado con El bar de los pesares y Siendo uno mismo, mostrándonos a un Manuel Carrasco bailongo, entregado y sobre todo, muy transparente. ¡Que nadie calle su voz ni su verdad!
Texto y fotos: Gemma Ribera
© COMOexplicARTE