CINE – ESPAÑA – CRÓNICA
Últimamente la vida nos sonríe, o eso parece. Desde Cómo explicARTE hemos tenido la oportunidad de viajar a Málaga por tercer año consecutivo para estar unos días en el 20º Festival de Cine en Español. En esta edición vivimos intensamente el fin de semana inicial, con estancia en la ciudad del 17 al 20 de marzo. Para empezar, hace casi un año que vimos El Bar de Álex de la Iglésia en obras, así que ahora que abría sus puertas en la gala de inauguración con voluntad de dar la bienvenida a nueve días cargados de películas, estrenos, encuentros y glamour, no podíamos quedarnos sin visitarlo. Sobre El Bar ya hemos publicado crítica pero hay otras películas a las que dedicaremos un artículo entero. De momento aquí podrás saber como fue nuestra experiencia y ver algunas fotos.
Llegamos el viernes 17 por la tarde y nos fuimos corriendo a la alfombra roja previa a la gala de inauguración. Como miembro del reparto del film de De la Iglésia, la pisaría una vez más Mario Casas, y eso significaba revolución absoluta por parte de las seguidoras del actor. El despliegue formado delante del Teatro Cervantes era alucinante. Por la alfombra pasaron Fran Perea y Manuela Vellés como presentadores de la primera ceremonia, Diana Navarro como invitada y presentadora de la gala de clausura, Raúl Arévalo como artista infalible, otros amigos del cine nacional y varios actores que acudieron en representación del equipo de algunas de las películas con proyección prevista. En el ambiente se respiraban nervios pero también se vieron muchas sonrisas. Al caer la noche los focos se encendieron. El Festival estaba a punto de arrancar.
Sábado y Domingo fueron un no parar. En primer lugar madrugamos para ir al pase de Selfie, el segundo largometraje de Víctor García León. Tal como el director aclaró en la posterior rueda de prensa, es un documental de seguimiento que retrata la situación actual de España lanzando puyas constantes a todo lo que se considera políticamente correcto. A través de la mirada del personaje de Bosco, hijo de un ministro corrupto del PP, la película nos muestra como se vive una vez pierdes las riquezas y se te acaba la buena vida. En general, es una divertida sátira sobre la forma tan absurda de exponerse públicamente que tiene la gente. No obstante, como la cinta se ríe de la propia fotografía que saca del país de pandereta en el que estamos, como ciudadanos es fácil sentir vergüenza ajena. «Deja un sabor de boca un tanto pesimista, pero así es el país. España va en un autobús sin frenos», sentenciaba el equipo.
El mérito de la gracia y la espontaneidad de esta inteligente comedia es de Santiago Alverú. Es un chico estudiante de 25 años que ni siquiera es actor pero que consiguió el papel protagonista gracias a los vídeos de reportero callejero que tiene en Youtube. Tras el pase, Bosco se quitó la máscara y entró a la rueda de prensa exaltado, gritando que él no tiene nada que ver con su personaje. Aun así, a medida que nos fue contando su vida, descubrimos que el porcentaje de parentesco en cuanto a la forma de ser iba subiendo.
En la rueda de Maniac Tales, dirigida por Rodrigo Sancho, Denise Castro, Abdelatif Hwidar, Enrique García y Kike Mesa, aprendimos que la única finalidad del film es entretener. Se trata de una película de género con aspecto y filosofía de videojuego que consta de cinco historias diferentes construidas en forma de episodios. Aparentemente todas mantienen una relación con una trama base, pero debido a que son cinco cortos escritos por cinco autores distintos y rodados en cinco espacios, en realidad la raíz diverge y la película se encarga por si sola de desmontar el juego metafísico. En Málaga se juntaron por primera vez los cinco directores y el equipo para entregar una apuesta original cuyo contenido recuerda a la adaptación cinematográfica de Assassin’s Creed (2016) pero que, por desgracia, plantea una estructura que no acaba de funcionar.
Este año el Festival de Málaga ha querido abrir fronteras y centrarse en el Cine en Español por encima del Cine Español como tal. Esto incluye la supresión de la categoría de Cine Latinoamericano y la incorporación de las películas pertenecientes dentro de la Sección Oficial. Sumando unos y otros, en total se exhiben 23 títulos, 17 de los cuales entran a concurso. Con esta unión hemos podido comprobar que el talentoso actor Leonardo Sbaraglia es un claro aspirante a sucesor del veterano y cortés Ricardo Darín por su físico, su personalidad y su profesionalidad. Por si una película no fuera suficiente, el intérprete argentino pasó el fin de semana en Málaga orgulloso de hacer doblete.
Sbaraglia aparece en Nieve Negra, película que dirige Martín Hodara en la que actúa junto a Darín y la catalana Laia Costa y en El otro hermano, de Adrián Caetano, en la que comparte escenas con nuestra querida Ángela Molina. Ambas son coproducciones argentinas con participación española que contienen fríos paisajes, tramas oscuras y personajes llenos de mezquindad interpretados de forma magistral. El Premio Málaga-Sur es una estatuilla hecha en colaboración con el diario Sur que se entrega anualmente a directores o actores que merecen un reconocimiento a su larga carrera artística. Leonardo Sbaraglia tenía que tenerlo en sus manos. Excelente elección.
Las pequeñas joyas del cine, es decir, esas películas poco conocidas que nacen de un proyecto experimental y que se llevan a cabo con un bajo presupuesto y un equipo a veces incluso voluntario, también tienen cabida aquí. Un ejemplo es Amar, película candidata a la Biznaga de Oro dirigida por Esteban Crespo. Es su largometraje debut después de realizar siete cortometrajes, y es el propio director quién ha escrito el guion -junto a Mario Fernández Alonso-. La historia narra visualmente como es el primer amor que te enseña a amar. «Es una película generacional donde quise plasmar la locura y esa forma de no saber gestionar las emociones, viviendo como si te jugaras la vida en cada decisión», nos explicó el director. María Pedraza y Pol Monen protagonizan esta obra sobre adolescentes que no está orientada únicamente a este tipo de público, sino que, aun siendo independiente, pretende poner en marcha campañas de promoción que la lleven más allá.
Las expectativas para La niebla y la doncella de Andrés M. Koppel y para No sé decir adiós, de Lino Escalera, eran muy altas. Pues eran dos de las películas de la Sección Oficial a concurso que más ganas teníamos de ver. Del 1 al 10: la primera un 1 y la segunda un 10. Vale, quizá exageramos un poco, pero es verdad que si nos referimos a puntuaciones, cada una se halla en un extremo. Seguramente apuntaron en la lista la cinta escrita y dirigida por Koppel porque codiciaban tener la visita de su célebre reparto: Verónica Echegui, Quim Gutiérrez, Aura Garrido, Roberto Álamo y Marian Álvarez. No hay otra razón de peso. La película es una copia de la novela original de Lorenzo Silva, sin aportes nuevos. Por el contrario, en el drama que dirige Escalera, los artistas no son una excusa sino que son la clave. Juan Diego interpreta a un padre enfermo que tiene miedo a despedirse y Nathalie Poza y Lola Dueñas, sus hijas, procuran recuperar el tiempo perdido cuidando de él hasta el último minuto. La intriga está mucho más desarrollada que en la otra película y traslada con mayor facilidad las emociones a flor de piel.
Como ya es costumbre, siempre que asistimos al Festival procuramos atender a alguna sesión de «5 minutos de cine» para saber qué películas vendrán próximamente. Ésta vez disfrutamos del avance de dos propuestas completamente distintas: El making off de la comedia de acción Despido procedente -siguiendo con el cine latinoamericano- y el trailer de El último unicornio -película que recaudó el dinero necesario para ver la luz mediante crowfunding-. Por un lado estaban el famoso director Lucas Figueroa y su protagonista Imanol Arias contando varias anécdotas de rodaje y las peripecias que sucedieron durante sus viajes a Buenos Aires; y por otro lado vino la directora Carmen Blanco rodeada de los responsables de su primera película, emocionada y agradecida por poder sacar adelante un proyecto que comenzó entre amigos en la Universidad de Málaga.
Cámara en mano, entramos al Centro Cultural para fotografiar a Belén Cuesta, actriz que desde hace un tiempo está despuntando en cine, teatro y televisión. Ella es quien obtuvo el premio al talento de Andalucía otorgado por la RTVA de Canal Sur por ser una artista influyente y con muchas tablas. La actriz sevillana agradeció el apoyo a sus representantes y a sus compañeros Javier Calvo y Javier Ambrossi -presentes en la sala- por ayudarle a crecer. Es el segundo año que se da este galardón, pero sin duda es una gran iniciativa.
Recorrer las calles de la ciudad andaluza en época del Festival es muy gratificante. El Sol, las terrazas, la alfombra roja que enlaza los puntos de interés y la gente que se pasea tan elegante restan importancia al estrés y a las prisas. Casi no hay tiempo ni para comer, pero ya que no pudimos quedarnos todos los días, ¡había que aprovechar para ver el máximo de cosas posibles! Ya hemos dicho al principio del texto que esto es solo un resumen de nuestro paso por el Festival, pero seguid atentos a la web porque publicaremos críticas de varias películas que se pasan allí durante la semana y que hemos tenido opción de visionar.
Texto: Gemma Ribera
Fotos: Ana Isabel Garcia y Gemma Ribera > © COMOexplicARTE