CINE – ESPAÑA – CRÍTICA
Tres minutos bastan para dar comienzo a una partida de cluedo de lo más intrigante. Todo sucede una mañana cualquiera en un local céntrico de Madrid. Ya sea por rutina o por casualidad, varios ciudadanos de perfiles bien distintos entran en un bar de barrio, uno de esos clásicos de toda la vida donde la jefa es una señora cascarrabias y detrás de la barra está el camarero de turno, obediente. De pronto, las autoridades disparan a todo aquél que pasa por la calle y, desde dentro, los personajes buscan explicaciones mientras intentan aclararse aterrados por la situación y los desconocidos que les rodean. Así es El Bar, la nueva película de Álex de la Iglesia que llevábamos desde el pasado Festival de Málaga esperando a que se estrenase y que ha abierto las puertas en la actual 20ª edición. El próximo 24 de marzo va a estar en cartelera. ¡Ya falta poco!
El estilo de la película se asimila a la saga de Los juegos del hambre (2012-2015), ya que ambas pueden definirse con una sola frase: «sálvese quién pueda». No obstante, si vamos más lejos se nos ocurren títulos como Asalto al precinto 13 (2005), reconocido largometraje que muestra gente encerrada. Si revisamos la filmografia de De la Iglésia, nos encontramos con Mi gran noche (2015), un ejemplo clave de «comedia de terror», su género predilecto.
Ésta cinta comparte con El bar, además del reparto, la mecánica, tal como en cierto modo ocurre con la saga internacional. La película española que el director nos trae este 2017 es un nuevo caso que sirve para corroborar su ambición por montar un enredo que crece a pasos agigantados y que obliga a los implicados a luchar por sobrevivir hasta que salga el culpable y quede un único ganador. Una survival movie en toda regla, vaya. Como es lógico, utiliza la ficción igual que Gary Ross hizo en Los juegos del hambre, pero la mayor diferencia que tienen las obras de De la Iglésia respecto a la superproducción americana es que al inicio nos enseña siempre una situación cotidiana y aparentemente normal y que, cuando surgen los problemas, trata de resolverlos de la forma más humana posible.
Este simpático thriller se ha exhibido en la Berlinale de este año y tal como hemos citado se ha presentado en el Festival de Málaga. En ambos casos fuera de concurso pero recibiendo un gran éxito y buena crítica. Quizá en un principio repetir la fórmula con los nombres de Blanca Suárez y Mario Casas en la lista de actores participantes no sonaba convincente, pero lo cierto es que la trama tiene mucha más chicha que la de Mi gran noche. Además, el carrusel de enigmas -tanto colectivos como individuales- que cada personaje plantea al espectador genera una constante confusión que nos hace entrar en el juego sin saber realmente como va a terminar.
Y decimos que este largometraje es como un Cluedo porque la búsqueda del asesino mediante la improvisación de tácticas que caracteriza el popular juego de mesa también existe en El bar. Aquí, el grupo de protagonistas heterogéneo que se ve encerrado entre cuatro paredes también pone en marcha las suyas para delatar al «malo» y salir a la calle habiéndose salvado del peligro. Hasta ahí todo bien, pero sin embargo, desde fuera, el juego de estrategia que nos propone el guion del director bilbaíno -escrito junto a Jorge Guerricaechevarría-, exprime demasiado a los actores y reúne un acontecimientos desastroso tras otro para explicar muchas cosas en poco tiempo. No nos deja casi ni respirar. Es un laberinto elaborado al detalle, tanto que incluso las vías de escape son inapreciables.
En el ámbito actoral; especialmente Carmen Machi, Secun de la Rosa, Jordi Aguilar, Terele Pávez y Jaime Ordóñez manejan diálogos humorísticos e inteligentes con su destreza habitual. Es una lástima que, en su mayoría, los perfiles de los personajes sean extremadamente exagerados porque eso dificulta que el público ponga interés en sus interpretaciones. Aun así, por ejemplo, el cambio físico de Ordóñez para su papel es increíble, igual que la personalidad. Desde el punto de vista técnico, en cambio, pocas quejas hay, pues la fotografía es impecable. Lo único es que el montaje es tan intranquilo que literalmente provoca una sensación de asfixia muy incomoda.
- ¿Por qué verla?
La esencia de El bar reside en lo tradicional. El local tiene máquina tragaperras, churros y porras, café a un euro y baños aptos para todos. Nada de paredes blancas, cupcakes y código de vestimenta reglamentario. Por ello una ludopata, un hispter, una pija y un mendigo eligen entrar ahí y, sin esperarlo, poco después se las tienen que apañar para salir ilesos. El conjunto de situaciones y conversaciones la vuelven impactante hasta que llega el punto que incluso se te hiela la sonrisa.
Valoración: ✮✮✮
Texto: Gemma Ribera
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Aquí el trailer: