MÚSICA – ESPAÑA – CRÓNICA
En febrero de este año Love of Lesbian anunciaron que el fin de la ‘Gira Halley 2017’ se celebraría en Madrid y en Barcelona. Terminar con un doblete en su ciudad y con las entradas agotadas para ambos días, indicaba que se avecinaba un «huracán de escala descomunal», pero si además ofreces 3 horas de música con un repertorio de hasta 25 canciones y no hay síntomas de cansancio por ninguna parte, el resultado es aun más «fantástico». La banda barcelonesa está tan acostumbrada a tocar en festivales que en la primera de las dos noches del cierre bautizado como El Gran Truco Final, Santi Balmes y cía llenaron el Sant Jordi Club de globos, confeti, sus mayores hits, las canciones más nuevas, algún que otro discurso motivacional y sobretodo mucha, mucha emoción y alegría.
Su último disco, El Poeta Halley, es un álbum que invoca a la magia, a las musas… a una búsqueda del ‘yo’ que todos tenemos en ese mundo paralelo que desconocemos. Y ese el mensaje que el grupo lanzó a un enérgico público nada más empezar. «Vamos a formar una burbuja. Los problemas se quedan ahí fuera […] ¿Estáis dispuestos a encontrar a vuestro Poeta Halley?« preguntaba Santi Balmes al subirse al escenario, justo después de que su versión del clásico de Sisa, Qualsevol nit pot sortir el sol, diera el pistoletazo de salida al show.
La electrónica de Cuando no me ves dio paso, rápidamente, a algunos de sus éxitos como Bajo el Volcán, Allí donde solíamos gritar, Maniobras de escapismo o Niña Imantada, éste último rescatado del cajón donde están los temas que interpretaban en sus comienzos. Para mostrar la madurez de su sonido pop y aportar giros melódicos que aportan algo nuevo a las canciones de siempre, en Nadie por las calles aparecieron tres miembros tocando instrumentos de viento. A partir de ahí, todo fluyó de manera natural.
Tal como aseguró el vocalista de la banda, ha sido un año complicado por varias razones, pero ahora que han llegado estos tres conciertos tan especiales que simbolizan el fin de una etapa, los han querido dedicar al bajista Joan Ramon Planell -sustituido por Ricky Falkner-. «Nuestros caminos se han bifurcado, aunque él siempre será un ‘lesbiano’ más», decía Balmes. Para Planell y para el resto de las personas que les han acompañado hasta la fecha a lo largo de su carrera iba dedicada Los seres únicos.
Prosiguiendo con su discurso -preguntó si la gente entendía el catalán y apenas habló en otro idioma-, Balmes señaló que otro de los episodios duros del año ha sido «el momento tenso que hemos vivido sin dormir y que creo que, en mi opinión, aun está sucediendo». Al respecto, tan solo apuntó: «Somos un gran pueblo y defendamos lo que defendamos, sabemos hacerlo» para concluir con un llamado a la esperanza; «Tan solo espero que esto nos lleve a un buen lugar». Perfecto prólogo para presentar Si salimos de esta, un tema que obviaron la semana pasada en Madrid.
Entremedias sonaron Los males pasajeros (con casi 7 minutos de duración sin perder la intensidad) y las significativas 1999 y Belice. Pero tranquilos que si al público se le salta la lagrimilla o alguien se cansa de bailar, ellos recuperan I.M.T. (Incapacidad moral transitoria), El yin y el yen o Algunas plantas, y tanto los que están en primera fila como los del fondo o los de la grada vuelven a llegar al éxtasis. Súmale unos cuantos globos de colores y la participación de Martí Perarnau, cantante del grupo telonero Mucho y ya lo tienes. Bendita locura.
Está bien eso de tener la autoestima por las nubes, sobre todo si gracias a ello nacen canciones como Me Amo o Club de fans de John Boy. «Va a ser un concierto largo. Yo aviso», avanzaba el líder al principio. ¡Y tanto! Aun faltaba el Segundo asalto y sus consiguientes «joyas» como por ejemplo Manifiesto delirista que dirigieron «a la tolerancia en general», Los toros en la Wii (Fantástico) o Incendios de Nieve, la cual ya formó parte del tercero y último bis.
Las proyecciones que acompañan a las letras y al significado de las canciones son oníricas pero a la vez muy originales. Más allá de ver una ampliación de lo que sucede en el escenario, un código establecido con palabras clave como «Paz» y con los signos de puntuación como exclamaciones al arrancar, puntos suspensivos en las pausas, un punto al finalizar el show, etc relataba lo que estaba por venir. La escenografía estaba muy conseguida, con elementos del espacio, luces y colores. Y ver en pantalla a El Mago Pop presentando la segunda parte con un juego de cartas o a Joan Manuel Serrat recitando ‘El poeta Halley’ resultó afectivo.
El broche de oro a este viaje cósmico lo puso Planeador, con la colaboración de Iván Ferreiro. «Os he hecho una pregunta hace un rato y me gustaría saber la respuesta ahora. […] Si habéis encontrado a vuestro poeta ni que sea por un segundo, es señal que hacemos bien nuestro trabajo. Ha sido una noche cojonuda. Muchas gracias», decía Balmes en nombre de todos antes de abandonar el escenario. Ya lo cantan ellos mismos… «Como un día me dijo el Poeta Halley, si las palabras se atraen, que se unan entre ellas«.
Texto y fotos: Gemma Ribera
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