TEATRO – ESPAÑA – CRÍTICA
Hace un año por estas fechas, la actriz Concha Velasco recibía el Premio Nacional de Teatro 2016. No es para menos, pues ha participado en más de 30 obras y es una artista muy valorada y querida por el público de nuestro país. El último espectáculo que protagoniza es Reina Juana, un monólogo dirigido por Gerardo Vega que la ha llevado a interpretar a Juana de Castilla en los escenarios de Andalucía y Madrid durante más de 18 meses. Ahora cierra la gira en el Teatre Borràs de Barcelona, escenario en el que la semana que viene va a cumplir 78 años de edad y donde, debido al gran éxito de venta de entradas ha prorrogado funciones hasta el 10 de diciembre.
La artista tiene tan interiorizado su personaje de ‘Juana la Loca’ que su forma de narrar invita a quedarse, a escuchar atentamente, a aprender y entender de dónde viene, adónde va y qué es lo que quiere contar, o mejor dicho, confesar. Todo el mundo sabe que la hija de los Reyes Católicos fue una mujer muy particular. Una mujer que hablaba sola, que amaba desesperadamente a los suyos y que no soportaba la oscuridad. A partir de ahí, explicar la historia de España a través de Juana resulta un ejercicio interesante.
Fernando II de Aragón apartó del trono a su hija, que fuera Reina de Castilla, y ordenó encerrarla 45 años un palacio de Tordesillas por ser fiel a la locura. Ese lugar es el punto de partida de la obra de teatro, concretamente, nos encontramos en la última noche de su vida. En Reina Juana vemos a la veterana actriz sin parar de hablar durante una hora y media. Conversa con sus familiares ausentes, pero no le hace falta nadie más al lado para crearse su propia película, echar la vista atrás y lograr adentrar al público en el contexto histórico del momento y las situaciones por las que ha pasado hasta entonces.
Tan solo se ayuda de un reclinatorio, un lecho, una ventana, una puerta, unas cuantas telas, efectos de sonido y algunas proyecciones a modo de documental. Los elementos que constituyen la escenografía -ideada por el propio director junto a Alejandro Andújar- la transportan al exterior y aportan unidad al relato, pero está claro que ella sola, de por si, es capaz de desarrollarlo con una fortaleza y una sensibilidad abrumadoras.
Y es que la destreza que Concha Velasco tiene con la dicción facilita que cada una de sus palabras apunten directamente al corazón del espectador. Uno puede conocer más o menos la biografía de Doña Juana, pero nadie puede resistirse a atender y a devolverle esa mirada lucida que tantas cosas expresa. El montaje está muy cuidado, ya que cuenta con los silencios necesarios y mantiene un ritmo estático. Hay orden y coherencia.
- ¿Por qué verla?
Al tratarse de un monólogo dramático, puede que a la gente activa le llegue a aburrir, pero los actos de rebeldía que la monarca experimentó y que se hacen evidentes en Reina Juana compensan el posible «bajón» que puede generar el tono discursivo de Velasco. Cualquier representación teatral exige que el público permanezca callado para no desconcentrar a los artistas, de modo que los aplausos se convierten en la mejor forma de manifestar las emociones. En este caso, cuando se apaga la luz los aplausos se alargan y alargan función tras función. Cada vez que la artista sale a saludar con toda su simpatía hay al menos 5 merecidos minutos de reconocimiento a su trabajo. Y te digo algo: seas fan o no; te encante o te disguste el texto, no podrás evitar cumplimentarla. Consulta más información y compra tus entradas.
Valoración: ✮✮✮✮
Texto: Gemma Ribera
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