RESTAURANTE #BCN: Elephant Cocodrile Monkey, la cocina del sudeste asiático se cuela en el Hotel Casa Bonay

GASTRONOMÍA – BARCELONA – RESTAURANTE

El chef Estanislao Carenzo nació en Buenos Aires pero lleva media vida afincado en Madrid. Es el propietario del Grupo Bestiario, el cual cuenta en la capital con los restaurantes Perro Bar, Chifa. Picsa y el recién cerrado Sudestada. Ahora, hace casi dos años está al mando de los restaurantes que hay dentro del Hotel Casa Bonay, uno de los lugares que por su atractivo y su propuesta creativa y diferencial se ha puesto más de moda en la Ciudad Condal.

La fundadora de la Casa Bonay, Inés Miró-Sans, unió sus ideas con las de Luis Rullán y juntos lucharon desde el principio por dar cabida a diversos conceptos gastronómicos en un mismo local. Gracias a un heterogéneo equipo de colaboradores, el edificio se restauró y con el tiempo han conseguido hacer de este hotel tan próximo al Passeig de Sant Joan un espacio agradable e inédito.

Al entrar, siguiendo el suelo exterior que está marcado por la flor de Barcelona, Libertine nos da la bienvenida. Se trata de una sala de acústica y amplitud perfectas cuyo mobiliario se ha diseñado para la ocasión. Es un lounge bar vestido con coloridas alfombras y sofás, elegantes lámparas y sillas de bambú donde a lo largo del día es posible tomar un cóctel, café, té y picar algunas tapas o snacks. Además, Casa Bonay comparte los bajos con Satan’s Coffee Corner, una cafetería que en horario de mañana prepara y sirve desayunos para todos los gustos.

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El restaurante del hotel es Elephant Cocodrile Monkey, con acceso libre directamente desde la calle. Su filosofía podríamos decir que también es libre o que, al menos, no entiende de etiquetas. Aquí Estanislao Carenzo pone encima de la mesa una propuesta culinaria que seguramente sea la más ambiciosa y personal de todas las que ha regentado hasta la fecha. La cocina tradicional del sudeste asiático es la protagonista, aunque la inspiración del chef y de su equipo se pasea también por la huerta mediterránea para conectar sabores de ambos continentes.

La carta no tiene apartados. Es simple, de mente abierta y formada por 10 u 11 platos que te harán volar. Cada temporada varían pero siempre están elaborados a partir de productos frescos que provienen del mercado local. Cocina evolutiva que se define por su calidad y exquisitez. Y por si eso fuera poco, los máximos aliados para completar una buena noche en Elephant Cocodrile Monkey son los vinos naturales de los que disponen. Considerados un alimento más de la lista, la selección de vinos cambia periódicamente igual que la comida.

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En mi caso fuimos dos personas a cenar y compartimos tres entrantes, un segundo y un postre. El viaje por Asia admite unas 4 o 5 maletas de equipaje, es decir, 4 o 5 platos a compartir es la proporción apta para no tener problemas. Al pedir la bebida nos decantamos por un vino blanco y, de entre todas las tentadoras opciones para degustar presentes en la versión de la carta de invierno, nos dejamos aconsejar por el jefe de sala. Rollitos, dumplings, fideos, carne a la brasa… ¡Todo tenía una pinta espectacular! Nos sirvieron una sopa de miso para entrar en calor y allí comenzó el festín.

Probamos los dumplings de cerdo y gambas con salsa negra y aceite de chiles. Ya nos advirtieron de antemano: «Tenéis que probar este tipo de empanada; siempre caen porque a la gente le encantan y aunque lo parezca, no pican». Tal cual. Los Nem rán (“rollito frito” en el dialecto vietnamita) que tienen no son los clásicos, pues para hacer realidad esta fusión con la gastronomía local van rellenos de butifarra negra y angulas de monte con hierbas. ¡Curioso pero delicioso contraste! El plato frío fue cosa del brócoli al vapor con vinagreta de sésamo. La salsa sencilla y especiada ayuda a despejar el característico sabor de la verdura.

El pato a la minute sobre tomates y chirivías, según nos contaron, es un plato que desde que lo eliminaron de la carta los comensales no lo paran de reclamar. Es como si fuera el invitado estelar, así que en nuestra cena, ocupó el lugar de plato principal. ¿La ración? inmensa. ¿El resultado? gustoso y hecho al punto. Para terminar, el dulce Banana lumpia, un postre típico de filipinas que consta de plátano frito acompañado con helado de flor di latte y miel de caña canaria.

El hecho de que quieran dar un aspecto intimista a los restaurantes y que por ello bajen la luz, me parece bien. Tampoco es de los restaurantes más «oscuros» que conozco. Dado que el tamaño de la sala-comedor no es muy grande, el número de camareros se ajusta y proporciona un servicio adecuado, atento y simpático. Tener la barra con vistas a la cocina sin soltar ningún tipo de olor también se agradece.

En resumen, el asiático de Casa Bonay tiene un papel arriesgado, sí, pero corroboramos que cenar allí (de Martes a Sábado de 20h a 23:30h) resulta una experiencia tranquila y diferente. Muy recomendable.  No descarto volver con amigos cuando cambien la carta de nuevo.

  • Tipo de cocina: Asiática. De mercado.
  • Precio: €€-€€€
  • Dirección: Gran Via de les Corts Catalanes, 700. 08010. Barcelona

Texto y fotos: Gemma Ribera
© COMOexplicARTE

 

 

 

 

 

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