TELEVISIÓN – ESPAÑA – CRÓNICA
Igual que el año pasado asistimos como público a Tu Cara Me Suena 5, este lunes nos desplazamos hasta el Parc Audiovisual de Catalunya, en Terrassa, para vivir desde dentro la Gala 11 de OT 2017; un «galOT» realmente emotivo con actuaciones de un alto nivel interpretativo. En ella conocimos a los 4 primeros finalistas de la edición a través de un nuevo sistema de votos y despedimos a Roi. A pocas semanas de que el concurso acabe en el plató hubo nostalgia, nervios y alegría repartidos a partes iguales. Es duro si te pones en su piel y piensas que la noche de los lunes se produce su único contacto con el exterior, por esta razón tanto el público presente en el foso como los de la grada, aportan cada semana el calor necesario a los chicos.
La gala se emite en directo a las 22:35h por TVE, pero precisamente, que sea en directo no implica que todo sea llegar y besar el santo. A partir de las 20h el público va ocupando su lugar… y claro, la condición para estar en pista y verlos de cerca es que hay que aguantar más de 5 horas de pie ya que no hay pausas publicitarias. ¡Pues ahí que fuimos! Al llegar nos reencontramos con Mateo Vergara, el archiconocido animador que está en todos lados y que ya vimos en TCMS, alguien que, insisto, con su carisma es capaz de convencer a cualquiera para que respete las normas.
Y poco a poco fueron apareciendo en escena Roberto Leal -un presentador que es tan atento y profesional como lo veis en pantalla-, el cuerpo de baile -con la coreógrafa Vicky Gómez incluida para enseñarnos a mover los brazos al ritmo de la canción grupal de apertura-; los miembros del jurado -donde se contrapusieron la elegancia de Mónica Naranjo y la apatía de Joe Pérez Orive y de Manuel Martos– y los esperados «siete magníficos» participantes de Operación Triunfo 2017.
Ana Guerra, ya bautizada como Ana War, inauguró la ronda de actuaciones con Manu Guix al piano, cantando un bolero de Manuel Alejandro con más sentimiento que técnica. Desafinó un poco, sí, pero en directo se la vio entregada y la verdad es que apenas nos percatamos de los errores. Aun así, lo importante no es como se empieza sino como se acaba, y en este caso la pobre terminó devastada.
Roi, el gallego más simpático de la Academia, sumó su guitarra eléctrica al piano de Manu Guix y nos enamoró cantando por Bryan Adams. Sin embargo, se quedó a las puertas de la recta final frente a la guapísima canaria, quien pudo permanecer en la Academia por los pelos, con un 51%. Ésta fue la peor parte de la noche, ya que a estas alturas del programa cualquier expulsión es dolorosa porque todos merecen llegar lejos.
Y digamos que Ana War pasó rápidamente de la sonrisa al llanto porque no solo perdió al que era su inseparable amigo ahí dentro, sino que además recibió unas crudas palabras a modo de valoración por parte de la invitada del jurado Julia Gómez Cora, y obtuvo una puntuación baja que la dejó como última nominada de la edición junto a Agoney, su compañero también isleño.
Sólo hay un calificativo válido para describir las actuaciones de Alfred y Amaia: sobresalientes. El primero cantó Sign of the times de Harry Styles y logro poner casi la misma voz que el artista original, aunque siempre conservando su propio estilo. Amaia de España tenía el encargo de los profesores de transformarse en «Amaia del Bronx» por un día. Meterse en la piel de Rihanna para interpretar Love on the brain y dominar el registro vocal y la sensualidad requeridos no era un trabajo fácil, pero como era de esperar, lo supo hacer.
Bajo mi punto de vista (y el de mis acompañantes), Aitana, la benjamina, protagonizó la mejor actuación con diferencia. También se emocionó, como Ana War, pero en cambio ella supo contenerse y tomar el control de la voz y la respiración. Plantada delante del micro, le bastaron 3 minutos para hacernos caer la lagrimilla a todos. Hasta Mónica Naranjo, que semanas antes había criticado, por decirlo de alguna forma, su ñoñez, terminó aplaudiendo de pie con lágrimas en los ojos.
La mayoría de temas eran canciones lentas. En solitario, en dúo y en trío. Las únicas excepciones corrían a cargo de Agoney y Miriam. Ellos tuvieron coreografía y animaron la noche demostrando que no se resisten a nada, ni siquiera a los agudos. Hablando de canciones alegres, la estrella internacional Abraham Mateo vino a presentar su single ‘Loco enamorado’ y nos hizo mover las caderas como si estuviésemos en una fiesta, algo que hacía falta para liberar tensiones, aunque el efecto duró poco tiempo.
Tras desvelar el expulsado, mediante un sistema de votos muy al estilo del Festival Eurovisión -puntuaciones individuales del jurado con números del 5 al 10-, Amaia, Alfred y Miriam se posicionaron en lo más alto del ranking y pasaron a ser automáticamente los tres primeros finalistas de OT 2017. El público no entendía que Aitana no entrara en ese grupo y, por suerte, los profesores se encargaron de salvarla y la mandaron cruzar la pasarela como cuarta finalista. Todos cantaron mejor de lo esperado, pero la mecánica del concurso manda… ¡Veremos qué pasa de aquí a la final del 5 de febrero!
Se nota que la lista de espera para asistir como público es cada vez más larga (según dijeron hay más de 35.000 personas), pues los huecos que se veían en televisión las primeras galas ya no existen. Estar en el foso fue lo más similar a estar en un concierto de esos en los que vendría bien tener un pelín más de espacio vital, pero evidentemente, la energía, el ambiente y las vistas, desde allí abajo, en el centro de ese pequeño mundo paralelo llamado ‘OT’, son increíbles. A decir verdad, afortunados somos los que hemos podido pisar ese plató alguna vez.
Texto: Gemma Ribera
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