MÚSICA – ESPAÑA – CRÓNICA
Recordando un poquito a Jared Leto en su faceta de Joker, Dani Martín apareció anoche en el Palau Sant Jordi con el pelo verde y una americana fucsia. El toque canalla forma parte de su esencia, pero más allá de parecer un tipo duro, en el fondo sabe cómo demostrar que siempre tendrá guardada su faceta de Peter Pan. Eso sí, ocho años han hecho falta para que el ex-líder de El Canto del Loco fuera capaz de mirar al pasado con buenos ojos y decidiese ofrecer al público un show que recupere las canciones más sonadas a lo largo de su carrera, tanto en la etapa del grupo como en solitario. La gira Grandes Éxitos y Pequeños Desastres es ahora una realidad.
Este ciclo de conciertos representa un viaje desde finales de los noventa hasta hoy. «Ya nada volverá a ser como antes», cantaba hace tiempo… pues nunca digas nunca, porque ni que sea por unas horas, todo puede cambiar. El público que acudió al Palau Sant Jordi -recinto donde hacía nueve años que no actuaba- saltó, vibró y se emocionó a los pies del cantautor. Culpa del repertorio: mitad El Canto del Loco, mitad Dani Martín.
Acompañado por cinco músicos y sin ningún orden específico, sacó a la luz temas antiguos que estaban en la recámara, gamberros y rockeros, y también otros de mayor sensibilidad que ha escrito recientemente y que muestran su madurez. De este modo, clásicos como Puede ser, Contigo, Volverá, Una foto en blanco y negro, Besos o Son Sueños se entremezclaron con Las ganas, 16 añitos o Mira la vida.
El cantante se centró en la música y no se metió mucho con temas que no vienen a cuento, aunque sí que pronunció una frase en apoyo a la situación que vive Catalunya, a la que no hizo falta añadir nada: «Cada día me pongo más en vuestro lugar […] ojalá que el cariño gane a toda la otra mierda». La interacción con el público era constante y quiso jugar con ellos, sobre todo con los de las primeras filas. El calor iba subiendo y, para combatirlo, en Insoportable bajó a las vallas, les bañó con cubos de agua y él mismo se refrescó tirándose uno por encima.
De su etapa como vocalista de uno de los grupos más significativos del pop-rock español de principios de siglo, hay que destacar el momento en que sonó Volver a disfrutar. No hubo nadie que no cantara y saltara. El «gallo» que supuestamente tenía «secuestrado» a Dani ya lo avanzaba con su cassette. Un payasete disfrazado resulta una curiosa manera de iniciar el concierto… ¡Alegría para el cuerpo!
Por otro lado, cuando tocaron Que se mueran de envidia, Santi Balmes de Love of Lesbian fue invitado a cantar con Martin y el recinto se iluminó con los mecheros y las linternas de los móviles. Esos fueron, sin duda, los tres minutos más especiales de la noche. Las letras de Martin ya hablan por si solas, pero cuando las rodeas de cariño no paran de brillar.
La segunda colaboración llegó al turno de Qué bonita la vida. En este caso cantó con El Drogas, vocalista y bajista de Barricada. Muy emotivo reencuentro, pues el artista confesó que su madre sufre Alzheimer y que gracias a ésta canción ha vuelto a cantar. Algo similar ocurrió cuando Martín interpretó Mi Lamento, tema propio dedicado a su hermana fallecida. Las lágrimas brotaron por encima y por debajo del escenario, porque al fin y al cabo todos somos humanos y tenemos corazón.
No podía faltar su último single, Dieciocho, en honor a las experiencias vividas durante los 18 años que lleva pisando escenarios, pero lo mejor vino en la recta final. No se conformó con un bis sino que hizo dos. En el primero sonaron Tal como eres, cantada a guitarra y voz y dedicada a su primo y excomponente del grupo, David Otero; y Emocional. El segundo bis sirvió para concluir el show de más de dos horas y media. ¿El tema elegido? Zapatillas, que no suele cantarla y ayer salió.
En resumen, un concierto con mucha, mucha nostalgia; pero a su vez con mucha diversión. Quién sabe si El Canto del Loco ‘Volverá’ algún día…
Texto: Gemma Ribera
Fotos: Patricia Vergara > © COMOexplicARTE