REVIEW: ‘Un océano entre nosotros’, la historia real de Donald y Clare Crowhurst

CINE – INTERNACIONAL – CRÍTICA

Tras ganar el Oscar con La teoría del todo (2014), James Marsh retoma su faceta de director con el último estreno cinematográfico basado en hechos reales del momento: Un océano entre nosotros (The Mercy). La película, que se estrena en cines el 7 de septiembre, escenifica la verdadera historia de Donald Crowhurst, un velerista aficionado que en 1968 compitió en la Sunday Times Golden Globe Race a bordo del Teignmouth Electron –su barco inacabado- y con la esperanza de ser el más rápido en completar la regata, sin escalas y sin ayuda de nadie.

Por mucho que el protagonista en la vida real fuera él, la auténtica heroína fue su esposa: Clare Crowhurst. Ella se quedó sola y sacó adelante a su familia gracias a la escolarización de sus dos hijos, al importe de la donación del premio y, sobre todo, a su propia valentía. Colin Firth (El discurso del Rey, Mamma Mia!), ganador también de un Premio de la Academia y de un Globo de Oro, interpreta a Donald en la ficción. Sin embargo, y como decimos, aunque su mujer tenga menos relevancia en la cinta, las secuencias en las que aparece Rachel Weisz (La Momia, El legado de Bourne) en el papel de Clare son las más significativas. Pocas palabras hacen falta para descifrar su mirada silenciosa en primer plano.

A la par están los personajes secundarios. David Thewlis (Harry Potter, La teoría del todo) participa como el agente de prensa de Donald, llamado Rodney Hallworth. Ken Scott (El Hobbit) es Stanley Best, su patrocinador. Y un destacable Jonathan Bailey (Broadchurch) hace de reportero principiante. Cada uno cumple con su deber.

Investigar a fondo la historia ha sido clave para desarrollar el guión, que corre a cargo de Scott Z. Burns. Detrás de las imágenes y del texto hay un largo trabajo de revisión de cintas y de material gráfico sobre la regata en cuestión; del mismo modo que se han tenido que estudiar la psicología del caso y el concepto de aislamiento. El dramatismo de la situación se plasma a través de la fotografía; oscura, triste, y dura.

La media hora inicial resulta una presentación de la situación que provoca la intriga necesaria para querer continuar viéndola. En cambio, una vez Donald comienza su naufragio en mar abierto, van mostrando las dificultades y los peligros a los que se enfrenta, pero parece más relevante la naturaleza paisajista que la propia “naturaleza” del protagonista. La narración de los hechos va rápida pero la escenificación de los mismos es muy superficial. Eso baja el listón de la pelicula porque puestos a profundizar previamente en la psicología de Donald, es una lástima que en pantalla no se le saque suficiente partido. Los escritos que deja en un diario son el máximo ejemplo que el espectador ve acerca de los pensamientos que pasan por su mente durante la travesía.

Cabe mencionar que, en defensa de la merecedora educación que igualmente corresponde a los niños en situación de pobreza, dentro del marco de los actos programados para el preestreno de Un océano entre nosotros en Catalunya, se apadrinaron dos proyectos solidarios relacionados con la infancia. Uno es el de la Fundación SOS -la cual mantiene una guardería para 65 niños en Senegal- y otro el de los Chop-Chop Riders -tres jóvenes que recorrerán la India en tuk-tuk con el objetivo de escolarizar a 181 niños en Guatemala-.

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La distribuidora española del film, Vértice Cine, y el Club Nàutic de El Masnou organizaron un acto pensado para apoyar la causa y conseguir que niños que pasan por lo mismo que pasaron los hijos de Clare y Donald Crowhurst tengan un futuro mejor. Actrices como Mónica Pérez o Maria Molins y regatistas como Eli Llargues o Natalia Via-Dufresne posaron en el photocall y se quedaron a ver la proyección una vez concluyó la jornada dedicada al film, la cual tuvo una regata matutina de cruceros antes del preestreno. ¡Una gran iniciativa para dar soporte a la película!

  • ¿Por qué verla?

Un aspecto positivo es que, por mucho que el relato sea monótono en cuanto a las imágenes del mar, la embarcación y los primeros planos de los personajes, está poseída por una sensación que puede llegar a ser claustrofóbica. ¿Y eso es positivo? Sí, lo es. Un océano entre nosotros no se limita a ser un retrato de Donald sino que está pensada como una tragedia -lo que realmente fue- y por eso huye de los héroes y de la típica lección de superación propia del cine comercial. Es delicada y conmovedora. Hay que verla con calma y entender el trasfondo, el cual, tal como dicen en la propia cinta, no es otro que captar que «Las personas que están conectadas piensan lo mismo por muy lejos que estén».

Valoración: ✮✮

Texto y fotos: Gemma Ribera
© COMOexplicARTE

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