TEATRO – CATALUNYA – CRÍTICA
Sergi Belbel, uno de los dramaturgos catalanes más populares dentro del teatro de ámbito nacional, trae del 6 al 16 de septiembre la comedia Les roses de la vida a la BARTS de Barcelona. La obra que supone el retorno del director después de 7 años sin escribir, tuvo una corta vida en el BARTS Club a finales de 2017. Pasó por el SINGLOT Festival en Sant Feliu de Guixols el pasado mes de julio, y ahora se acomoda en la sala grande del teatro, el cual han adaptado al contexto con mesas, velas y el color rosa como color principal, enlazado al título de la pieza.
Los cuatro perfiles que vemos en escena y que van configurando la trama son: Un joven cinéfilo, emprendedor, impertinente y sabelotodo; un terapeuta malhumorado que no es capaz de asimilar que su perro ha fallecido; una presidenta de un país extranjero que sólo piensa en sexo; y la secretaria de ésta, que no entiende la vida sin literatura y poesía. Cargada de referencias históricas y de juegos de palabras, la comedia incide en el teatro del absurdo. Por ello, haciendo uso de las formas de expresión dramática propias del absurdo francés, Belbel explora la existencia humana a través de personas que divagan al conversar, que discuten cosas sin razón y que ríen y lloran sin motivo aparente.
El autor pensó el texto espacialmente para los intérpretes Enric Cambray, Roc Esquius, Gemma Martínez y Núria Sanmartí con la voluntad de dar una oportunidad a jóvenes talentos. Todos los personajes que interpretan tienen momentos brillantes y momentos en los que resultan demasiado arrogantes. Cambray y Sanmartí exageran mucho los gestos y el habla. Esquius y Martinez también, pero menos. La riqueza está en el texto y su contenido. Es un juego de malabarismo lingüístico. Un tira y afloja. Un pregunta y responde infinito que tan solo se ve interrumpido por algún que otro monólogo perspicaz.
Amor, desamor, erotismo, problemas de salud, problemas personales, autoestima, política, cine, literatura… Todos estos temas se mezclan, se tragan y se escupen a carcajada limpia. Con una puesta en escena monocromática formada por dos sillones, una mesita y un telón rojo al fondo que dibuja un corazón, esta obra producida por El Terrat y l’ABISME Espectacles es, a fin de cuentas, una terapia para distraer la mente y reflexionar, única y exclusivamente, sobre lo mucho que nos comemos la cabeza los humanos por tonterías. ¡La vida son dos días, señoras y señores!
- ¿Por qué verla?
Es una comedia friki y surrealista. Sí. Sobre todo hacia el final (el cual no desvelaremos porque no nos gustan los spoilers). En el guión está explícito que Belbel y cía no son fans de usar la palabra “loco” o “locura”, pero, sin embargo, desde fuera la obra lo es. Pero te ríes, y eso es lo que importa. Que quede claro que las rosas, aquí, no solo son flores sino que se utilizan como un gag repetitivo verbal (y visual en cuanto al vestuario y atrezzo) y acaban funcionando como un mantra. Cuando veáis la obra comprenderéis por qué también las rosas pueden significar ‘Carpe diem’ o ‘Hagámoslo desde ahora mismo’. Hasta aquí puedo leer. Si os ha entrado curiosidad, quedan 7 funciones con entradas a la venta.
Valoración: ✮✮✮
Texto: Gemma Ribera
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