TEATRO – INTERNACIONAL – CRÓNICA
La FiraTàrrega dura siempre tres días, pero como los distintos espectáculos se van repitiendo en la programación, uno puede pasearse por la ciudad y ver cuantas obras quiera según su disponibilidad de agenda. Este año, la feria (o fiesta) más importante de las artes escénicas a nivel nacional ha centrado la mirada en hacer una relectura del espacio público, con el fin de entender y celebrar el arte callejero. Más de 50 compañías y de 1.000 profesionales del sector quisieron dar soporte a la creación, y nosotros nos acercamos de nuevo para disfrutar de algunas de las obras.
Cada vez hay más espectáculos dentro de la programación oficial que son de pago, pero los obviamos y nos decantamos por explorar las calles de Tàrrega en búsqueda de talento y diversión. En poco más de 24 horas vimos unas 10 obras sin contar las actuaciones pertenecientes a la ‘Zona off’, es decir, las que no están incluidas en el programa. Con la multitud de gente que se suma y se amontona alrededor de las vallas que delimitan los escenarios en plazas y esquinas, es recomendable ir con tiempo suficiente para poder tener buena visibilidad. Las obras más solicitadas se suelen repartir entre la Plaça del Carme, la Plaça de les Nacions Sense Estat y la Plaça Major, aunque el Parc Ondara, por ejemplo, es un área verde que apuesta por actividades para niños durante el día y obras adultas y música DJ por la noche.
Vimos las tres obras que ocupaban la Plaça de les Nacions y nos encantaron. Primero nos conmovió Witness This de Company Chameleon. Se trata de una pieza de danza contemporánea que es autobiográfica. Está basada en el viaje emocional de su coreógrafo tras ser diagnosticado con un trastorno bipolar. Un claro ejemplo de cómo se pueden mostrar la desesperación, el miedo y el llanto a través del movimiento corporal. La misma compañía presentaba Of Man and Beast, y lo cierto es que nos quedamos con las ganas de verla.
En segundo lugar, ya habíamos visto a la cía Mumusic Circus con anterioridad porque estuvieron en FiraTàrrega 2016, pero su espectáculo de pago no nos convenció. Ahora, en cambio, nos sorprendieron con la incorporación de una tercera integrante que asume prácticamente todo el protagonismo de la pieza. La compañía enseñó en esta 38ª edición -y de forma gratuita- Flou Papagayo, un nuevo show circense que une a tres voces, o mejor dicho tres almas, interactuando constantemente con el público y realizando impactantes números de circo sin olvidar que lo mejor hay que dejarlo para el final.
Si a los pasos de baile le añadimos una estructura móvil, acrobacias de circo y un discurso potente, obtenemos BLOCK, fruto de la unión de las compañías británicas NoFit State Circus & Motionhouse. La explicación dinámica, original y atractiva sobre la vida en la ciudad -con sus ventajas y sus problemas- hace que, en caso de tener que anotar las mejores obras vistas en un ranking, posiblemente ésta se alzaría con una de las posiciones del pódium.
La vida en la ciudad también la analizan, de otra manera, los polacos Teatr KTO. Con su show itinerante Peregrinus critican el consumismo. Visten con traje y se enfundan en unas máscaras cabezudas que les convierten en personas frías, influenciables y sin personalidad. La vida laboral es gris como su ropa y su equipaje, igual que lo son el cielo y el asfalto. La actualidad es dura dentro y fuera del trabajo. Otra de las favoritas entre las que pudimos ver este año.
El montaje coreográfico Hippos, de Zum Zum Teatre y Quim Bigas es cuanto menos gracioso. Parece fácil sacar a pasear y a bailar a tres hipopótamos azules, pero no. Es que el animal es muy diferente del ser humano, y eso es lo que intenta plasmar el trío de mamíferos hinchable con sus provocaciones y sus acelerados pasos al ritmo de la base musical. Simple pero apto para todas las edades. La misma opinión tengo de We-ding de Los Moñekos, una breve historia cómica sobre el feminismo y el matrimonio.
Más aburridas nos parecieron las obras de dos compañías catalanas: Aigua, de la Cía Nuc y Asteroid de Campi qui pugui. Ambas se realizaron en el Parc Ondara y cuestionan nuestro paso por el planeta Tierra lanzando un mensaje que los niños sean capaces de comprender. La primera reflexiona acerca de lo importante que es cuidar el medio ambiente mientras que la segunda juega con un grupo de astronautas al estilo ‘Minions’ de la saga de películas de animación ‘Gru’ atentos a la llegada de un meteorito. Quizá aburridas no es la palabra correcta para describir las sensaciones. Quizá es más acertado afirmar que nos parecieron lentas, pues podrían contar lo mismo con la mitad de minutos. Las altas temperaturas tampoco ayudaron, todo hay que decirlo.
Cabe destacar la presencia de Clara y Ariadna Peya. Clara es pianista y ofreció un concierto realmente interesante la noche del sábado 8, pero es que juntas constituyen Les Impuxibles, compañía que estrenó Painball, su primera pieza callejera. Tres intérpretes recitan textos de Bel Olid acompañadas de un piano de cola que toca música de carácter celestial. Poesía, rabia y activismo. Un canto a la libertad.
La misión de comer en un restaurante se complica en los días de la Fira. La opción más asequible es probar la oferta de fast food de cualquier bar o escoger un bocadillo de los food trucks instalados para la ocasión. Cuando descubres que corresponden al festival Eat Street las ganas aumentan, y si además estás degustando tu hamburguesa y dando un trago a la bebida cuando te encuentras a payasos (quedaros con Karcocha Street Art y su implacable destreza artística), músicos y malabaristas improvisando rodeados de aplausos y caras de compasión, la jornada es aun más provechosa.
No vi la inauguración así que no puedo opinar de La Tortue de Gauguin, pese a que los asistentes dicen que fue la mejor propuesta artística en años para abrir el certamen. A veces va bien marcarse itinerarios y seguir rutas, otras hay que dejarse guitar por el instinto. Sea como sea, el año que viene seguiremos apoyando el teatro de la calle, claro que sí.
Texto y fotos: Gemma Ribera
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