TEATRO – CATALUNYA – CRÍTICA
Martí Torras Mayneris dirige El Tràmit (que sería ‘El trámite’ en castellano), primera obra de la nueva temporada del Teatre Borràs de Barcelona. Es el primer texto teatral que escribe Fernando Trias de Bes y, por lo visto, lo ha redactado a modo de arma blanca para reírse de la corrupción. A partir de la existencia de una especie de extraterrestre retenido por las autoridades del país, el autor describe una comedia tintada de ciencia-ficción en la que una psicóloga, un neurólogo y un catedrático científico aclaren si el extraño ser es un marciano del espacio sideral o no.
Podrían haber utilizado un superhéroe, una persona con problemas mentales o un personaje de cuento, pero han elegido a un extraterrestre para constituir el eje central del trámite que domina la obra. David Bagés es quien se mete en la piel del supuesto alienígena. Habla en catalán, es un tanto agresivo y físicamente parece un ser humano, pero en el fondo esconde muchas particularidades.
La más especial es que su comportamiento es similar al de un USB o lápiz de memoria. Con un simple gesto es capaz de contener y adivinar toda la información de los que le rodean. El autor quería abordar el tema de la manipulación de la privacidad y lo consigue modelando la personalidad del protagonista y su posterior correlación con los científicos que estudian su caso. Àlex Casanovas, Mònica Glaenzel y Xavier Serrano son los expertos que, bajo las órdenes del jefe de la Unidad Secreta del Estado (Manel Sans), pretenden descubrir la anterior vida del recién llegado, aunque para ello deberán, antes que nada, combatir con los monstruos de su propio pasado.
Susanna Garachana, la última actriz participante, encarna a la mujer de la limpieza. En la sala aislada donde transcurre la acción hay poca seriedad, pero ella es la voz del pueblo. Es humilde, inocente, y tiene una opinión acerca de la ciencia y del caso de investigación estudiado que seguramente mucha gente del público comparta. Ella aparece y desaparece como si nada, pero en el fondo tiene un papel importante.
Los diálogos sirven como ejemplo para retratar la situación actual del país. Las injusticias, los efectos de la corrupción en el sistema, y cómo salir ileso tras practicar algún que otro acto de rebeldía como vendría a ser el plagio, son asuntos que recoge el guion. En resumidas palabras, la obra se explica como un interrogatorio al extraterrestre por parte de los tres científicos. Un cuestionario bañado en humor negro, más curioso de lo habitual pero lamentablemente mediocre. No es culpa de los actores, pero su interpretación deja mucho que desear porque ni el texto ni su escenificación hacen mucha gracia que digamos.
Una única habitación acristalada es suficiente para concentrar todos los sucesos. La puesta en escena es simple y cuenta con pocos elementos: mesas, sillas, un jarrón con flores, una máquina dispensadora de agua y una planta. Los efectos de sonido, por el contrario, son demasiados. Sea como sea, en El Tràmit importan más el juego creativo, las conversaciones y las conclusiones finales que la decoración artística.
- ¿Por qué verla?
La nueva productora teatral Green Lemon se estrena con la invención de un ente capaz de ocupar cualquier cuerpo y sustraer lo que le interese de él. Las apariencias engañan y las risas están ahí, pero no esperéis reír a carcajadas. Podría incidir en la política de una forma más original y creíble, eso sí. Es una obra que está un poco sobrevalorada. Se salva porque De Bas explora los límites de la ambición a través de un reparto que, sin duda, te hace pasar un rato ameno tratando un tema complejo con la mayor naturalidad y alegría posibles. Puede verse hasta el 11 de noviembre. Compra ya tus entradas.
Valoración: ✮
Texto: Gemma Ribera
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