MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA
Pablo López es uno de los autores más relevantes de nuestro país. Su evolución artística es más que evidente, ya que con tres discos publicados ha conseguido la carrera profesional exitosa a la que desde pequeño había aspirado. Después de haber recorrido mar y tierra para presentar su último disco Camino, Fuego y Libertad en directo, el intérprete llegó a la primera edición del Caixabank Polo Music Festival con un nuevo show mucho más íntimo en el que se da protagonismo al piano y a la voz. Un show más íntimo si cabe. Y lo cierto es que el Real Club de Polo de Barcelona vivió dos noches de ensueño.
Él fue el encargado de inaugurar este ciclo de conciertos organizado conjuntamente por Clipper´s y el Real Club de Polo. Un festival que se da en un escenario permanente, un espacio abierto y acogedor, y con un socio de altura como es Universal Music/GTS, empresa que justamente ha permitido completar la programación con los artistas nacionales e internacionales del momento. El CaixaBank Polo Music Festival nace para complementar y fortalecer la oferta musical de la ciudad y lo hace con platos fuertes como son un doble concierto de Pablo López, Jason Derulo, o la presencia de otros ex-triunfitos como Ana Guerra o David Bisbal.
Bajo el concepto de festival familiar y boutique, adultos y menores acudieron con sus mejores vestidos y trajes -no olvidemos que se celebra en la zona alta de Barcelona- para ver al cantautor malagueño en acción. Había muchos fans, pero también otros que entraron sin serlo y seguro salieron con una perspectiva distinta.
Más allá de su inseparable piano de cola, se colocaron en el escenario varios teclados, una caja de resonancia para tener percusión y un sofá donde descansaba una guitarra que también sonó en algún que otro momento. Si, la intención era reproducir un comedor en un escenario de 360º como si estuviera plantado en su casa componiendo y transmitiendo música a todo aquél dispuesto a escucharle. “He arribat fins aquí perquè mai he deixat de buscar-te”, se dirigia al público en catalán.
Un show prácticamente improvisado en su totalidad. “Pongan una hoja de reclamaciones, pero no tengo ni santa idea de qué voy a hacer”. Lanzó un claro mensaje optimista: “Pide lo que tú quieras, haz lo que te dé la gana. Opina y siéntete libre. Como si la nevera estuviera llena, tu ve, coge lo que te apetezca y disfruta”.
De este modo enseñó al público a coger el tono para cantar adecuadamente las canciones, comenzó con un enérgico Tu enemigo y automáticamente fueron surgiendo anécdotas y pasando cosas musicalmente hablando. Gritó hasta rasgar las cuerdas vocales con Vi, nos emocionó a todos con Te espero aquí, se atrevió a versionar Camino en catalán y también versionó Y sin embargo de Joaquin Sabina y Un vestido y un amor de Fito Páez), nos volvió locos con Suplicando. nos hizo encender los móviles al ritmo de Hijos del verbo amar y invitó a dos niñas a subir a su particular salón para divertirse con El Mundo.
Repartidos por las gradas estaban sus habituales músicos y varios amigos, pero su madre no, y a ella le dedicó Mi gato. Al final susurraba tanto que decidió abandonar el micrófono e interpretar a capella El Patio. Quedó claro que Pablo López suena más eléctrico con banda, pero que sin ella le salen igual de bien los experimentos, ya que su álbum Camino, fuego y libertad toma mucha fuerza con su voz rasgada y la intensidad que le pone a cada canción.
Vino a Barcelona “a desnudarse” y lo hizo en cuerpo y alma durante las dos horas que se les da a los grandes. “Me quedaría cuatro horas, pero tengo que cumplir”. Sin duda, ya puede imitar el mismo concierto que seguro no será igual. Ahí está la magia. “Esto va por ustedes y os doy las gracias de corazón por esta noche”. Se marchó entre la gente repitiendo “y yo sigo jugando qué más da…” aunque los 3.800 asistentes nos quedamos con ganas de más.
Texto: Gemma Ribera
Fotos: Patricia Vergara > © COMOexplicARTE