MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA
Los hermanos Muñoz enloquecen a las generaciones de ayer, de hoy y de siempre. La rumba canalla con ese guiño al flamenco, al pop-rock e incluso al ska es su sello de identidad y aunque este año Estopa celebra su 20 aniversario con la gira de presentación del álbum Fuego, están (y suenan) igual que en sus comienzos. Así lo demostraron llenando el Palau Sant Jordi de Barcelona por partida doble, tal como hicieron en la anterior gira de Rumba a lo desconocido en 2015. Los pasados 14 y 15 de diciembre se subieron de nuevo a ese escenario que pisaron por primera vez en 2001 y que siempre les recibe con ganas.
La primera noche la empezaron por todo lo alto recordando Tu calorro y dejaron claro que con los años han mejorado como el buen Vino tinto. A la tercera canción ya estábamos listos para meternos en su trinchera y gritar Fuego. «Barcelona, esta es nuestra casa». No hizo falta decir nada más. Acompañados por siete curtidos músicos, con el batería y director musical Anye Bao a la cabeza, supieron contagiar la alegría que domina su sonido fiestero al público desde el minuto uno. Tras proseguir con Tragicomedia, Malabares y Corazón sin salida -uno de los nuevos-, quedó claro su mensaje: “Hemos construido una máquina del tiempo para viajar al pasado, al presente, y quien sabe si al futuro”.
«Nos gustan mucho las intercaladas. De las canciones y de todo lo demás. Inter-calar, así, en general», comentaban entre risas David y Jose Muñoz. Ya sabemos cómo son, lo que da lástima que. en este tipo de eventos musicales desenfadados, la gente tienda a beber alcohol antes y durante el concierto. No sólo porque su comportamiento ebrio molesta, también porque, en este caso, algunos seguro volvieron a casa sin acordarse de la mitad.
Casi que se escuchaba más el público cantar que a ellos. Pero no es de extrañar, porque son expertos en crear letras pegadizas que se enganchan en nuestra mente mientras que retumba la rumba-rock y el cuerpo pide moverse. Vacaciones y Escrita en la frente. Pastillas para dormir y Atrapado. Camiseta de rock’n’roll y Por la raja de tu falda. De aquí para allá y de allá para aquí. Se nota que en este décimo disco, Estopa ha optado por mezclar e incorporar nuevos sonidos. Eso sí, les encanta volver a sus orígenes y ver la reacción de un público 100% entregado. «Cuando veniamos las primeras veces estábamos tan flipados que ni os escuchábamos. Ahora hemos aprendido y alucinamos estando aquí arriba con vosotros. Gracias», reiteraban una y otra vez,
El dúo español de Cornellá sabe cómo hacer suyas las canciones, y aquellos que les siguen desde siempre, también. Energía a raudales y mucha, mucha luz. Los focos iban al ritmo de la música y no pararon quietos, al igual ocurrió cada vez que David o Jose pedían que las 17.000 manos se levantaran con el símbolo de los cuernos arriba o, ya sin pedirlo, éstas seguían el compás flamenco que marcaban las guitarras.
Penas con rumba, El Blade, Me falta el aliento, Pastillas de freno, Partiendo la pana o En el medio de los Chichos sonaron como himnos. Míticas canciones que dejaron paso a otras más lentas pero igual de apreciadas: El último renglón -con las luces de los móviles iluminando el recinto- y Ya no me acuerdo, que cantó a solas por Jose (mientras David hacia una inter-calada detrás del escenario, claro).
Optaron por alternar el castellano con el catalán a la hora de hablar para no hacer enfadar a nadie. «Las nuevas canciones se las pueden poner a los niños porque ya no pasa nada, hay mucho amor y mucho corazón» explicaban notificando el cambio de vocabulario en las letras. “Otras canciones a veces son autenticas gilipolleces” refiriéndose a Pobre Siri, el tema más experimental que han escrito hasta ahora. No obstante, pueden adquirir un trasfondo, ya que, tal como definieron, las nuevas canciones “son una búsqueda de la calma en medio del desequilibrio.»
Puestos a agradecer el trabajo del equipo que hay detrás de Estopa, acabaron señalando hasta a los cableadores. Que no se diga que el grupo son dos, porque para obtener un concierto de diez hacen falta muchos empleados y mucha conexión. Después de Yo no estoy loco y Fuente de energía se apagaron las luces, pero faltaba el clásico bis. Estopa regresó al escenario a solas, para mostrar las canciones en acústico, tal como fueron creadas.
Sentados en taburetes y con la guitarra interpretaron Demonios y una versión de Me’n vaig a peu de Joan Manuel Serrat. Para terminar, se unió a ellos la banda y entre todos llegaron al máximo exponencial con Ojitos rojos, Cacho a Cacho y Como Camarón. “Estar aquí ha sido una auténtica locura […] Este sitio nos ha visto hacer muchas cosas. […] Tranquilos que vamos a volver”. Esperamos que así sea porque por lo visto son incansables.
Texto: Gemma Ribera
Fotos: Jordi Ferré
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