TEATRO – BARCELONA – CRÍTICA
El Teatre Romea presenta Carrer Robadors, una producción que se estrenó en el Festival Grec 2021 de Barcelona este verano. Basada en la novela de Mathias Enard, la obra está adaptada por Julio Manrique (que también es el director), Marc Artigau y Sergi Pompermayer.
Esta pieza teatral de dos horas y media de duración, cuenta la historia de Lakhdar (Guillem Balart), un chico nacido en Tánger que es expulsado de su casa por un escándalo familiar. Durante su inestable etapa de progreso hacia la madurez se acerca a un grupo integrista, ve irrumpir en los países vecinos la Primavera Árabe y resulta ser sospechoso tras un atentado en Marruecos. Para evitar problemas, decide huir del país en uno de esos barcos que cada noche surca el estrecho en dirección a la Península.
De pronto aparece en medio del Raval barcelonés en plena agitación social del 15-M y con una crisis enorme. Vive en un piso de la calle Robadors, donde descubre un mundo nuevo, un barrio que evoca cierta concordancia con sus orígenes. Rodeado de marginalidad, la única esperanza que le motiva es reencontrarse con una estudiante de árabe barcelonesa, Judit, a quien conoció en Tánger y de la que está enamorado.
Basándose en un libro de un escritor francés, la voluntad de abrirse a África e ilustrar las situaciones de las personas migrantes está. Sin embargo, Carrer Robadors es una obra hecha por blancos para blancos. Una obra con una decoración de bajo presupuesto pero cuyas entradas no son precisamente baratas. Una obra escrita con un lenguaje dirigido a la burguesía (o clase medio-alta) que no todos los públicos pueden comprender.
Una obra que aparentemente no entiende de fronteras, pero que sin querer las pone. Una obra protagonizada por Guillem Balart, un chico blanco que hace de chaval marroquí (brillante su interpretación, por cierto). Una obra donde los actores de origen árabe tienen papeles secundarios y cambiantes, mientras el protagonista tiene un papel central e inamovible.
Los siete integrantes restantes que conforman el elenco son: Moha Amazian y Ayoub el Hilali (catalanes con raíces marroquís); Elisabet Casanovas, Carlos Martínez y Anna Castells (de aquí); Mohamed el Bouhali (nacido en Marrakech) y Abdelatif Hwidarzay (de Ceuta). Todos ellos interpretan a jóvenes que sacudidos por el terrorismo yihadista y por la desesperación de soñar con una vida mejor.
Algo de lo que hablar positivamente es del montaje. El espectáculo contiene juegos de luces y sombras, proyecciones realmente interesantes y encajadas, transiciones dinámicas, etc. Pese a tener un tono más bien dramático, la escenografía de Alejandro Andújar aporta una gran fuerza visual al relato. La música es otro de los elementos que distinguen a Manrique, y en esta ocasión está muy cuidada.
¿Por qué verla?
Carrer Robadors es, sin ir más lejos, una historia (contada en catalán) repleta de personajes estereotipados con un trasfondo conmovedor, tratando un tema del cual es necesario hablar. Se presenta como una historia social, pero en realidad el discurso reúne conceptos como solidaridad, miedo y esfuerzo y va mucho más allá. Es amena y entretenida.
Valoración: ✮✮
Texto: Gemma Ribera
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