TEATRO – MADRID – CRÍTICA
Es sábado. 22h25. La sala principal del Teatro Lara de Madrid está repleta para la función que va a comenzar en tan solo cinco minutos. El público asistente es muy variopinto, sin embargo, todos comparten algo que todavía no saben. ‘Johnny Chico’ es dura y cruel, pero también es realista y actual. Una obra que invoca a la reflexión posterior. La pieza estará, por ahora, en cartel cada sábado hasta el 13 de noviembre de este año.
Cuenta la historia de Johnny, un joven que se levanta cada mañana pensando que no hay futuro. Una sensación que hoy en día asoma al pecho de muchos y que condiciona la vida del protagonista. Un monólogo que trata el conflicto de identidad personal y sexual que vive un joven marginal, que trata de subsistir en una gran ciudad recién llegado de un pueblo, escapando de la violencia familiar y la incomprensión.
El espectáculo se dedica en cuerpo y alma a uno de los dos pilares que le sustentan: lo que quiere transmitir. Su objetivo no es entretener. Tampoco lo es divertir. Su objetivo es concienciar y hacer reflexionar al espectador, pero sobre todo dar voz a un mensaje. Un mensaje que algunos se han dedicado a anular u omitir, porque el silencio ante una injusticia también te hace cómplice de ella. Johnny es un relato más de alguien que trata de sobrevivir a la sociedad que le rodea pese a no encajar en ella.
Con una duración aproximada de 85 minutos, podemos establecer que la función se divide en dos partes. La primera y la única que analizamos, es una larga introducción necesaria para poder llegar a esa brutal conclusión. Son prácticamente 50 minutos de situaciones de la vida del protagonista que calificaría de desagradables, groseras y actuales. Aunque muchos los consideren excesivos, los comportamientos representados en la obra están, desgraciadamente, a la orden del día. Las continuas agresiones homófobas y la manifestación permitida y escoltada el otro día en la capital al grito de “fuera sidosos de Madrid, fuera maricas de nuestros barrios” son ejemplos.
Víctor Palmero es el otro pilar de ‘Johnny Chico’. Es cierto que el papel es un regalo para él, pero también lo es que hay que saber aprovecharlo. Está sublime. Su actuación provoca ese vínculo tan especial entre “su historia” y el público. Ya no solo porque interprete él mismo a TODOS los personajes de la obra, sino por cómo es capaz de hacer suyo a cada uno de ellos y mimetizarse con el principal pilar de la función: el trasfondo. Mención especial también para el técnico de sonido. En ‘Johnny Chico’ él es un personaje omitido que dota de total sentido a la pieza.
¿Por qué verla?
Me reitero en lo dicho. Desgraciadamente ‘Johnny Chico’ es más actual y necesaria que nunca. Una obra de teatro que todo el mundo debería presenciar para ver y ser conscientes de una realidad en la que todavía queda mucho por lo que luchar.
Valoración: ✮✮✮✮✮
Texto: Javier Cendrero
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