ENTREVISTA #CINE: La directora Estibaliz Urresola presenta su primer largometraje ‘20.000 especies de abejas’

CINE – ESPAÑA – ENTREVISTA

20.000 especies de abejas es el primer largometraje de la cineasta vasca Estibaliz Urresola. Rodada en euskera, la película estudia a la familia como núcleo imprescindible y narra la historia de una niña trans que busca su propia identidad en medio de su turbulenta colmena familiar. Ane, en plena crisis de pareja y laboral, va a pasar el verano con sus tres hijos al pueblo, donde descubrimos que la tía de la protagonista es apicultora y las abejas, sinónimo de diversidad. Tras el exitoso paso de la película por los festivales de Berlín y Málaga queda claro que esta película ya es uno de los largometrajes del año en el cine español. Se estrena en cines el 21 de abril, y hemos podido hablar con la directora para que nos cuente sus sensaciones.

COMOexplicARTE: 20.000 especies de abejas es tu ópera prima. ¿Cómo estás viviendo la gran acogida de la película?

Estibaliz Urresola: Está siendo muy intenso y muy bonito porque es cierto que estamos recibiendo mucho feedback, mucha gente que siente la necesidad de acercarse a contarnos que la película le ha removido por dentro. A veces incluso no tiene que ver con la cuestión de la temática trans, sino con las relaciones familiares. Eso a parte de las sensaciones que han tenido las personas con las que vengo haciendo este trabajo de documentación, que son familiares que han transitado por estos acompañamientos con niños y niñas trans. En general el agradecimiento que me transmiten, siento que en el fondo no es ni la mitad del que yo les debo a ellos y a ellas. Por eso está siendo muy emocionante y muy intenso, porque también estamos como muy cansadas. Llegando al final del proceso y con un estado de agotamiento, todo lo que nos llega nos da mucho ánimo y mucha gratitud.

C.E: El titulo nos habla de diversidad, el mensaje más claro de la película. ¿Cómo has llegado a construir esta historia surgida a raíz de un suceso real?

E.U: El detonante que mencionas me sirvió para para acercarme a la Asociación ‘Familias de Menores Trans del País Vasco’, donde niños y niñas buscan autodeterminarse tal como quieren.  No fue tanto el deseo de crear una historia sobre el caso de Ekai Lersundi y menos sobre su desenlace, sino al revés, quería intentar dar lugar en la película a un escenario que era el que él dejó escrito. Como en esa carta de despedida, donde evocaba un futuro de más aceptación para para los niños y niñas trans, donde lo tuvieran menos difícil de lo que lo había tenido entonces. Me inspiró a llevar la película en esa dirección. Y fue un proceso muy complicado, cierto, porque sabía que era un tema muy delicado, con muchas aristas y también porque, en 2018, tampoco era un tema Vox populi. No era tan común en el imaginario de la ciudadanía ni de los medios de comunicación. Empecé una fase de entrevistas muy fuerte y poco a poco, con todo ese magma de relatos y de historias, pues fui creando un poco el esbozo. En 2020, por ejemplo, ya me iba dando cuenta de que la sociedad está avanzando muy rápido en términos de sensibilización y visibilidad, y eso hacía que quizás las familias que estaban integrando la asociación ya en 2020 tuvieran más información para afrontar estos procesos. En ese momento sentí la necesidad de re-actualizarme. Traté de encontrar también qué es lo que yo quería yo de mí misma, que es lo que hacía resonar en mí toda esta historia que me tenía tan comprometida.

C.E: El metraje nos muestra analogías entre varios elementos como el poder curativo de las abejas, la luz cálida de las velas, las prendas de ropa… ¡Hay mucho simbolismo!

E.U: Si, lo hay. El proceso de creación es como un espacio tiempo indeterminado donde muchas veces manifiestas conscientemente ya una idea, pero que en el fondo es fruto de un montón de semillas que se han ido sembrando y que de repente, en un momento dado, emergen o germinan hasta que brotan. No se trata de una idea que surge en un determinado momento, sino que es como un resultado de asociaciones de muchos elementos que han tenido que estar ahí por una cosa u otra. En cuanto a las abejas, descubrí que existe unas baladas muy antiguas, anónimas y en euskera, que hablaban de la abeja y de la relación tan estrecha que mantenían con el cuidador de las abejas. De hecho, apicultor en euskera es “Erlezaina” y significa literalmente cuidador; no es el amo, sino quien las acompaña. En estas baladas se hacía referencia a que, cuando alguien moría o nacía dentro de una familia cuidadora de abejas, había de comunicárselo a las abejas con un pequeño ritual. Esta relación me parecía muy fascinante, porque las abejas en general despiertan miedo y rechazo pero al mismo tiempo son las garantes de la biodiversidad. Creo que eso también podía servir un poco como idea para la película, claro.

C.E: En este primer largometraje reúnes a mujeres de tres generaciones muy distintas y las enfrentas a sus propias dudas… ¿Cómo preparaste a las actrices para interpretar papeles tan complejos?

E.U: Como todo en la vida, poder llegar a ese nivel de complicidad entre actores o actrices tiene que ver con la comunicación y con el tiempo de calidad humano que puedes pasar con ellas, en este caso, antes de rodaje. Con una actriz adulta como Patricia López Hernández, por ejemplo, era muy fácil entrar a hablar sobre el guion y sobre todos los personajes para explorar la psicología de cada uno y que ella pudiera comprender en qué constelación se encontraba inmersa. La relación entre personas, cuanto más pura, limpia y llana es, más te permite acceder a lugares más llenos de matices. Y yo creo que con Sofía, en el fondo, fue igual. La única diferencia es que en su caso no trabajamos a través de una lectura de guión, sino que lo abordamos de otra forma. Primero pasamos muchas jornadas de trabajo colectivo con el resto de actores y actrices para desarrollar esa memoria familiar y los conflictos que aparecen en la película. A nivel individual, con Sofía pasamos muchas sesiones donde en cada una trabajábamos las diferentes líneas y tramas. Yo le iba contando de forma indirecta cuál era el viaje y los personajes de cada episodio y ella lo iba dibujando. Diseñamos un mapa gigante en la pared y lo fuimos rellenando en cada sesión con otras herramientas y lenguajes. Siento que con todas las actrices ha habido un proceso bestial de introspección y quiero que eso se traslade en la película. Yo siento y veo una familia ahí.

C.E: Hay poca música en la película, sin embargo, cabe destacar su uso en una escena se centra la mirada en el personaje de Ane, justo cuando ella experimenta un cambio personal muy importante. ¿Es una pieza clave para marcar el relato de una transformación?

E.U: La música suena en un centro comercial y en la recepción de unas piscinas públicas, siendo sobre todo este último un espacio donde la sociedad está dividida de una forma binaria muy rígida. Al fin y al cabo son dos melodías que tienen mucho que ver entre sí porque marcan un ritmo y un cierto pulso que al mismo tiempo se relaciona con el sonido de la fábrica que rodea a la casa, a la familia. Para mí evoca a esa dimensión sonora invisible a los ojos, pero que nos coloca en posiciones o estados de ánimo concretos, convirtiéndonos en el fondo en productos o resultados. Queríamos plasmar de algún modo ese contraste entre la fábrica donde producimos y reproducimos quienes somos y cómo funcionamos en la sociedad, y el sector más silencioso y natural donde habita la tía.

C.E: Carla Simón, Arantxa Echevarría, Pilar Palomero, Paula Ortiz, Elena Martin… son directoras que ya se han colado en la mente y en el corazón de los expertos cinematográficos y de los espectadores. ¡Y tú sigues sus pasos! ¿Buenos tiempos para el cine hecho por mujeres?

E.U: Creo que es un buen momento para el cine en general. Que estemos cada vez más mujeres dentro de la industria no es que sea bueno para nosotras, es bueno para la sociedad y para la cinematografía. Que exista la posibilidad de que una fracción enorme pueda tener voz para expresar historias necesarias y con cualidades especficias hacen que el cine sea más rico e interesante. Por supuesto, la incorporación de mujeres no solo en la dirección sino en distintos ámbitos creativos incluida la producción, un sector que es capaz de tomar decisiones estratégicas respecto a una película, es algo que tenemos que celebrar.

C.E: ¿Alguna colaboración que te haya hecho especial ilusión más allá de la acogida que haya tenido?

P.M: Todas las colaboraciones me hacen mucha ilusión, pero puedes imaginarte lo mucho que admiro a Rozalén y lo especial que ha sido para mí trabajar con ella.

C.E ¿Quién te gustaría que cantase un tema tuyo?

P.M: No me canso de repetir que me gustaría cantarme una canción con Rosana. Si pudiera pedirlo alguna vez lo haría, aunque creo que actualmente está muy tranquila por ahí y no la quiero molestar… (ríe). Quizás algún dia, quién sabe.

C.E: ¡Muchos éxitos!

E.U: ¡Muchas gracias!

Entrevista: Gemma Ribera

© COMOexplicARTE

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