MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA
Damiano David, Victoria De Angelis, Ethan Torchio y Thomas Raggi, o lo que es lo mismo, el grupo italiano Måneskin, llenó el Palau Sant Jordi de Barcelona en su único concierto en España, previo a su regreso en verano para actuar en el Primavera Sound. Agotaron las 17.000 entradas, demostrando que su público es amplísimo. En el recinto entraron desde menores reconocidos como fans hasta adultos que han notado como la banda les ha hecho revivir el rock de antes.
Los ganadores de San Remo y de Eurovisión en 2021, ofrecen un directo brillante. La puesta en escena es discreta, el negro reina, y las guitarras suenan fuerte acompañando a un atrevido Damiano. Anoche vimos (y vivimos) solos de guitarra de 10 minutos como en los 80s, poses a lo guitar-hero, conversaciones y miradas clave entre bajo y batería, al cantante siendo manteado por el público en más de una ocasión, melodías de rock duro, y una mezcla de estilos entre punk, pop-rock, funk-rock y glam-rock, aunque su música también alberga baladas acústicas -en este caso interpretadas en el mini escenario situado en medio de la pista-
Precisamente, el escenario lo componían una estructura de geometría variable que también cambiaba su altura según el momento, y una gran cantidad de focos que perseguían a los músicos. Esta es su primera gira mundial, donde están promocionando su tercer y último álbum, Rush!, sin olvidar los discos anteriores, la versión de Beggin’ que les lanzó a la fama o el tema eurovisivo Zitti & Buoni que les volvió internacionales.
Entre tanto arreglaban algunos problemillas de sonido que resaltaban unos instrumentos y escondían otros, sonaron canciones como Don’t wanna sleep, Gossip o Supermodel. El concierto estuvo plagado de guiños a otros artistas, tanto a modo homenaje como a modo reivindicación al estilo Bla, bla, bla. El líder de la banda cambió la letra de Touch me a Fuck me; imitaron a Rammstein al interpretar Gasoline –fuego incluido-; e incluso recrearon la portada de Rattle And Hum de U2 en For Your Love –donde un foco manual siguió al guitarrista Thomas Raggi-.
Los momentos más sentimentales llegaron al tocar Vent’Anni, If Not For You, The Loneliest y Coraline. En cambio, la parte más gamberra y divertida se la guardaron para el final con la ansiada Mamma mia. Dado el éxito, repitieron I Wanna Be Your Slave –un canto al libertinaje sexual- y subieron unos cuantos fans el escenario para saltar, cantar y bailar al ritmo de Kool Kids.
Señoras y señores, el rock vuelve a estar de moda. O mejor dicho, es que nunca muere, sino que es el público quién estaba esperando a nuevas bandas que lo dieran todo sobre el escenario. Quizá pensaron en venir a España justo al acabar Semana Santa para ofrecernos toda una “experiencia religiosa”.
Texto: Gemma Ribera
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