MÚSICA – ESPAÑA – CRÓNICA
Después de asistir al SOS 4.8 de Murcia y ver en directo a Amaral, nos quedamos con ganas de más, y anoche pudimos escucharles en el Sant Jordi Club de Barcelona, dejando atrás el ambiente festivalero para introducirnos en un típico recinto de conciertos con entradas agotadas y por tanto aforo completo. Casi 4.000 personas de todas las edades quisieron acompañar a la banda de Zaragoza en su viaje nocturnal por la capital catalana, concierto incluido dentro del ciclo Guitar BCN.
Con un pelín de retraso -perdonado porque fue por educación, esperando a que todo el mundo estuviera en la sala- nació la luna llena, se llenó el cielo de estrellas, y entre las fieras de la noche, el faro del mar, la luz de las tinieblas, las galaxias del sistema solar y las manos unidas haciendo fuerza, pasaron más de dos horas de concierto a un nivel de energía y voz extraordinarios.
¿La primera canción? Unas veces se gana y otras se pierde. Seguidamente comenzó la Revolución y a partir de entonces ya no hubo frenos. Kamikaze sonó como un grito de guerra precursor de Salir corriendo, un tema antiguo pero muy especial que presentaron como «Una canción que es para aquellos y aquellas que están soportando alguna injusticia».
Tras No sé que hacer con mi vida llegó el tema que da título a su último disco: Nocturnal. «Estamos pasando un momento memorable. Muchas gracias», insistió la banda. Lo cierto es que no faltaron palabras de agradecimiento para nadie, cada canción concluía con un «gracias» dicho con la boca grande, e incluso hacia el final del show Eva sacó un papel con una lista para nombrar a todos y cada uno de los técnicos y responsables de la existencia de este concierto. «Anoche estuvimos tocando en Badajoz, y ahora estamos aquí, pero oye, la mar de agusto.»
Haciendo un gran repaso de los 25 años de carrera mezclaron sus temas nuevos con los más reconocidos. Interpretaron Lo que nos mantiene unidos, El universo sobre mi y 500 vidas. La letra de éste último tema dice «Quiero capturar este momento y convertirlo en un segundo eterno…» y por eso Eva se refirió a él como «Uno de esos temas que suceden a raíz de un pico de felicidad tan grande que se guarda en una botella, porque es de esos que te gustaría abrir y olisquear o revivir de vez en cuando.»
Estrella de mar, Noche de cuchillos y… Cómo hablar. He aquí uno de los momentos mágicos de la noche. El público sin duda estuvo cantando, saltando, aplaudiendo y moviendo los brazos al compás que marcaba Eva, sin quedarse Juan y el resto del equipo atrás. Por todos es sabido que a parte de destacar por su potencial de voz, Eva Amaral toca múltiples instrumentos -entre ellos la significativa armónica-, pero lo cierto es que Juan Aguirre demuestra cada vez que se sube a un escenario que es la otra mitad de Amaral, con un admirable dominio de la guitarra.
Después vinieron La ciudad maldita, Hoy es el principio del final y Marta, Sebas, Guille y los demás, las primeras estrofas de la cual se tocaron en acústico, con la compañía del piano. Una versión mucho más relajada de éste hit que prioriza a la amistad cuya letra fue cantada por todos los asistentes al máximo volumen. Cuando suba la marea, Chatarra, Días de verano, Cazador y Hacia lo salvaje cerraron el primer bloque. La escenografía no es gran cosa porque no cuenta con pasarelas ni plataformas ni superficies movedizas, pero el juego de luces en la pared y en el techo da un toque muy astral a esta gira de Amaral, justo el que requiere, vistiendo de estrellas fugaces tanto a los músicos como a los seguidores del grupo con el brillo que desprende.
¿La última canción? Nadie nos recordará. Pero antes, Llévame muy lejos, el primer single del último disco, y Sin ti no soy nada, uno de sus clásicos que ha conmovido a varias generaciones. Dos piezas que no podían faltar en la setlist, además del regalo de Eva y Juan interpretando a solas Siento que te extraño. Los cinco integrantes de la banda se fueron dando gracias y más gracias, pero seguro no somos los únicos que pensamos que no hay de qué.
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Texto y fotos: Gemma Ribera
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