MÚSICA – ESPAÑA – CRÓNICA
Si alguien ha pensado alguna vez que la música y la poesía no podían encajar, es porque no ha escuchado los versos de Elvira Sastre rimando con la guitarra de Adriana Moragues, apuntando a diestro y siniestro hacia todos los corazones atentos. La primera es una escritora y filóloga segoviense que ya tiene tres libros de poesía publicados –Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo (2014), Baluarte (2014) y Ya nadie baila (2015)- que rápidamente se colocaron en el «TOP 10» de ventas. La segunda es una cantautora andaluza que está presentando su álbum debut: Vértices. El año pasado ya estuvieron juntas en el Festival Acròbates con su proyecto artístico-literario Acualírica, pero ésta vez han regresado al certamen y han actuado con banda y varias novedades en el Teatre Joventut de L’Hospitalet, con motivo del último concierto de la gira conjunta con la que llevan dos años recorriendo España de arriba a abajo.
Además de asistir acompañadas por un par de atriles con los textos, unas luces con colores adaptados para cada momento y un caluroso público que a la vez ha sido muy respetuoso y se ha mantenido en silencio para permitir que cada una de las palabras pronunciadas se colase por los oídos de todos hasta el fondo del alma, las chicas han apostado por el formato banda y han contado con la presencia de Basilio Martí al piano, Miquel Ferrer a la batería y Manu Miguez a la guitarra, los coros y el violín; tres grandes músicos.
Tengo un plan ha sido el tema de apertura -con fragmento de poesía de Elvira Sastre incluido- y con ella Adriana Moragues se ha arrancado al catalán, para sorpresa de todos, adaptando y cantando la segunda estrofa. En seguida y entre risas ha comentado que ha tenido que escribirlo tal como suena, pero se ha entendido perfectamente y todos han aplaudido el gesto. Esto ha generado una serie de bromas con el catalán y otros idiomas que han perdurado todo el concierto, pero sin duda ha sido divertido ver a Elvira pronunciar palabras sueltas que había aprendido de manera autodidacta. Otro tema que ha sonado más hacia el final del concierto pero que también han interpretado las dos combinando poesía y canción, es A solas.
«Barcelona es la ciudad donde yo empecé, después de Sevilla, y aunque ahora cada una de nosotras tiene sus proyectos futuros y terminamos esta gira, este es el lugar que más hemos visitado y queríamos pasar por aquí antes de acabar esta etapa. […] Hemos vuelto con banda, para ofrecer algo nuevo.» confesaba Adriana. Sentido del humor no le falta a la andaluza, que se ha mostrado abierta, alegre y muy agradecida. De Vértices han sonado también Todo escalofríos y Entre bambalinas, cuya idea surgió, tal como ha relatado, mediante la reflexión acerca de «las personas de pista y las personas de barra», es decir, el antítesis entre quienes pasan la noche de fiesta bailando y los que la pasan mirando a su presa desde la barra del bar. «Yo soy de barra y mi pareja era de pista…», ha afirmado con la sonrisa en la cara.
Parece que con el paso del tiempo se ha vuelto menos «moñas» -como ella misma dice- y está componiendo nuevas canciones más optimistas. Nos ha traído dos ejemplos: Puedo, un tema con mensaje positivo y sonido muy cañero; El amor, donde por vez primera no le canta a nadie sino que se dirige al amor en general; y Por lo que venga, tema que define como «un resumen de mis 29 años de vida, de lo que he hecho, de mis recuerdos y de la gente que ya no está» y que ha cantado en acústico con la guitarra para recordar sus inicios en la Ciudad Condal unos 7 años atrás.
Elvira se ha soltado rápido y ha comenzado a hablar sobre temas banales, pero sobre todo se ha puesto a recitar sus propias obras de arte literarias con esa facilidad que tiene para transmitir toda clase de emociones no solo con su voz, sino también con su transparente mirada. Entre los poemas más veteranos de la lista estaban Quiero hacer contigo todo lo que la poesía aun no ha escrito, Este puto milagro divino y llovimos tanto que me ahogué. De todos modos, el momento más especial ha llegado con su discurso reivindicativo con el que ha dado su opinión sobre la situación politico-económica actual diciendo textualmente que «Si se potenciara más el diálogo y fueramos capaces de hablar podríamos fomentar una educación basada en el diálogo y la tolerancia. […] Creo que cuando consigamos eso, lo cual tenemos que hacer nosotros desde abajo, parará esta ola de «fascismo» que hay en EE.UU, pero que también está en Europa e incluso en España. Solo así conseguiremos ser una nación más culta, más humana». Magnífica introducción para País de poetas, su único poema social hasta la fecha.
Este concierto ha sido un vaivén de idas y venidas, una auténtica recopilación de material viejo y material nuevo. Aprovechando la ocasión, la poetisa ha recitado por primera vez Transido de palabras -una de sus creaciones más recientes- y ha presentado en exclusiva un avance de lo que será su primera novela, un proyecto literario en el que está inmersa desde hace más de un año y que ha anunciado que podremos leer en primavera de 2017. Desde aquí solo podemos desvelar que el argumento se basa en contar el proceso de enamoramiento desde los puntos de vista de distintos personajes, para dar a entender que si una relación termina no se acaba el mundo, igual que, a veces, la pérdida de alguien puede ayudar a que nos conozcamos mejor a nosotros mismos.
Algunas canciones que seguro no somos los únicos que esperábamos que estuvieran en el repertorio y que no han sonado han sido Vuelve o Cuestión de viento. A cambio, han preferido finalizar de una forma distinta a la habitual para cerrar este «ciclo». Han repetido Tengo un plan pero con una versión más folk gracias al violín y al piano. Una explosión de instrumentos y voces a todo pulmón ha puesto fin a mucho más que un simple concierto.
Las dos han demostrado una evidente complicidad, un cariño mutuo que viene de lejos. Está claro que aunque el tiempo pase, cada una tome su rumbo y las cosas cambien, Barcelona siempre va a estar disponible para ellas, y sino que se lo diga su público fiel; ese que, por lo visto, vive un concierto suyo en silencio, con las emociones a flor de piel y con la capacidad de capturar lo que ocurre con los ojos, sin necesidad de hacerlo con el móvil.
Texto y fotos: Gemma Ribera
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