TEATRO – ESPAÑA – CRÍTICA
“Quizá alguien te haya contado esto: Según unos estudios de la NASA, es aerodinámicamente imposible que un abejorro pueda volar. Sus alas son demasiado cortas y su peso demasiado elevado. Pero nadie le dijo al abejorro que no podía volar… Y vuela”. Ésta es la primera prueba de que, realmente, tal como cree Antonio Díaz, en esta vida Nada es imposible. Así comienza el espectáculo que El Mago Pop ha estrenado este otoño en el Teatro Rialto de Madrid, un show ambicioso de magia e ilusionismo que soñaba con hacer desde que tenía 7 años. Una propuesta teatral que si te pilla de nuevas sorprende, es cierto, pero que, siendo sinceros, sabe a poco cuando ya has visto mucha magia y has seguido toda su trayectoria.
Propulsado por el éxito que ha tenido hasta la fecha este espectáculo, entre los días 1 de diciembre y 7 de enero van a realizarse un total de 51 funciones. Esto supone un récord de trabajo en plena Navidad madrileña, siendo únicamente superado en el mundo por el maestro David Copperfield, quien ofrecerá 60 funciones de su show homónimo en Las Vegas. Antonio Díaz gusta a niños y adultos porque es tierno, divertido y atrevido. Al convertirse en El Mago Pop encima del escenario, sabe cómo conquistar corazones con sus trucos. Su forma de actuar y de hacer magia es muy especial: Delicada, próxima y con mucha sensibilidad en cada uno de sus gestos.
Por el momento, Nada es imposible se representa solo y exclusivamente en Madrid, de modo que, como admiradora de su protagonista desde hace años y espectadora que salió anonadada de La Gran Ilusión, hice una visita a la capital para ver la obra. Más de 1.000 personas disfrutan en cada función del don que tiene Díaz a la hora de manipular la imaginación del público mediante la práctica de disciplinas como la magia de cerca, la teletransportación, las desapariciones, las predicciones o la cartomagia. Cuenta con 6 ayudantes que agilizan el ritmo de los distintos números, una cuidada iluminación y su fiel selección de canciones pegadizas que se encargan de sacar afuera las emociones. Hasta ahí todo bien.
El problema surge en el momento en que este viaje por lo extraordinario se le va de las manos. Seguramente, alguien que no haya visto antes en directo a El Mago Pop no percibe estos pequeños fallos y se queda boquiabierto, pero en caso contrario, si miras detenidamente, resulta fácil hallar pistas que inducen a perder, en cierta medida, la ilusión con la que entraste a la sala. Con esto no quiero decir que no impresione porque, precisamente, si algo conoce Díaz es la fórmula para hacer soñar despierto a todo aquél que va a verle. Me refiero a que, más allá de las ilusiones de gran formato, también incorpora algunos juegos que ha hecho a lo largo de su vida y que por tanto se repiten; y hay cambios de vestuario y movimientos extraños que dejan entrever cuál es el truco; así como algunos voluntarios sospechosos, ya que no todos se escogen al azar.
Parece que cada vez la magia está más de moda en nuestro país. El Mago Pop es un popular y joven ilusionista que compagina el teatro con su programa de televisión en DMAX. La alta calidad de sus espectáculos es innegable, aunque no se sostendría si no fuera por su personalidad. Partiendo de una narración inteligente gracias a su faceta de comunicador, Antonio Díaz distrae y engaña a los más inocentes, o como mínimo, a los que quieren querer y creer en lo que hace.
- ¿Por qué verlo?
Nada es imposible puede entenderse como una ampliación de su anterior espectáculo. Aquí todo es más teatral, más grande, más humorístico, más ligero, más visual. Se nota que el Mag Lari ha colaborado en la dirección del show, pues tiene un empaque destacable y los recursos escénicos que usan convierten algo que podía resultar plano en un montaje asombroso y veloz. Tranquilos que si algún truco queda un poco justo, el siguiente lo supera. Si te gusta la magia y te cae bien El Mago Pop, ya tienes un motivo de sobra para ir. ¡Y a la salida puedes fotografiarte con él en el hall del teatro! Consigue tus entradas
Valoración: ✮✮✮
Texto: Gemma Ribera
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