MÚSICA – ESPAÑA – CRÓNICA
Vengo a narraros un concierto más de Andrés Suárez. Sí, de ese cantautor gallego con quien hablé en los inicios de esta andadura hace ya tres años. Ese cantautor amante del rock que cuenta historias tiernas, que se dio a conocer en Barcelona tocando en pequeños bares como Astrolabi y L’Oncle Jack y que a día de hoy llena teatros. Un hombre que tras siete discos mira Desde Una Ventana a un mundo destrozado desde el lado optimista, y que anoche volvió a L’Hospitalet formando parte del cartel del Festival BarnaSants 2018, y tocó con su bandón en el Teatre Joventut para amigos, gente nueva y su público fiel.
Y diréis, ¿Otro concierto de Andrés Suárez? Pues si. Porque ninguno es igual que el anterior. Y gira nueva significa aportes nuevos, sonidos nuevos, y anécdotas y emociones nuevas. Arrancó la noche a solas con su guitarra, como en los viejos tiempos, de modo que dejó el listón muy alto desde el principio. Aplausos y primeras lágrimillas en los ojos. «Que sepan que Desde una ventana es el disco más optimista que he hecho, así que imaginaros como era el resto. […] Les permito emocionarse, pero no quiero llorar ni que lloren. Esto tiene que ser una fiesta. Prefiero verles de pie cantar y bailar». Anunciaba el cantante nada más empezar.
Volver a tocar en un teatro donde el público está sentado y por tanto, relajado, implica paz, pero también silencio. Un silencio que «acojona», según el propio Suárez. y que él mismo se encargó pronto de romper con su carisma y la energía de los músicos. Explicaba que, como usuario habitual de Facebook, en esa red social leía mensajes a diario de gente quejándose de la banda y reclamando las versiones de Andrés en acústico, mientras otros apoyaban la ampliación de instrumentos. En la gira anterior se dio cuenta de que podía combinar las dos cosas y, aprovechando la calidez de las salas de teatro, optó por enseñar las diversas caras en el tour actual.
Cuánta confianza con el público. Cuánta verdad en su música. Insistió -en tono gracioso y sin rencor- en sus «ex», inspiración para muchas de sus canciones, pero a su vez dijo que había mucho más que contar y cantar. Sin apenas dolor, le dedicó sonrisas y miradas a esa Dama que pinta en el sur, igual que a esa Desamiga que asegura duele más que un desamor.
Con el bandón detrás recuperó canciones antiguas como No saben de ti, 320 días (hace un año), Lo malo está en el aire o Así fue, además de presentar algunas recientes como Ahí va la niña. Lástima que, al agregar tanta instrumental, su voz quedara eclipsada por el volumen del sonido eléctrico. En conjunto suena bien, pero es como que por separado funcionan mucho mejor banda y cantante, ya que al juntarse en un recinto tipo el Teatre Joventut, los temas no tienen la misma fuerza y no se entienden a la perfección. Me temo que los nuevos asistentes se perdieron anoche la mitad de la poética de sus letras…
Andrés es mucho de sorpresas y de invitados. Hace poco ha impulsado una iniciativa llamada #AbriendoVentanas con la que busca a músicos que tocan en la calle para que, tarde o temprano, alguno de ellos pueda subirse con él a algún escenario. En L’Hospitalet le hizo falta llevar a nadie. Él sólo se comió el escenario y dejó boquiabierto a más de uno. Y es que, tal como avanzaba, sacó unas cuantas canciones del baúl de los recuerdos y las interpretó en acústico e incluso alguna sin micro, entregándose a viva voz.
Bastó una guitarra y el coro uniforme de la gente para cantar Vuelve, Walt Disney o Rosa y Manuel, ésta última dedicada a sus abuelos; un piano y el maestro Marino Saíz al violín para Voy a volver a quererte, o simplemente su fiel compañera de seis cuerdas y el resto de sus cuerdas vocales llenas de ira y nostalgia para Te di vida y media o Tal vez de acuerdes de mi.
A cambio se ganó una ovación de casi cinco minutos. Toda la sala en pie y el rendido a sus pies. «Gracias», repetía incontables veces. Y volando pasaron dos horas de show con el público cada vez más animado. Y las canciones cortavenas se fueron como se van las nubes grises, para terminar por todo lo alto con alegría.
Se echaron de menos No te quiero tanto, 6+4 o Benijo, pero hay que renovar repertorio e introducir las nuevas. Con Que levante la mano y El corazón me arde tuvimos un broche final de oro.
Texto: Gemma Ribera
Fotos: Sonia Arizmendi + Gemma Ribera > © COMOexplicARTE