TEATRO – BARCELONA – REVIEW
El Circo Raluy Legacy tiene más de 80 años historia, y por eso mismo sabe perfectamente cómo mantener unidos a padres e hijos. Luis Raluy, hijo del fundador, sigue en activo a día de hoy y es, como no podía ser menos, la cabeza pensante de la compañía. El título de su nuevo espectáculo, #TheMagicFormula, ya díce mucho: Ellos tienen la fórmula circense clave para contagiar el espiritu alegre y trabajador que conlleva esta disciplina artística a toda la familia.
Entrar en la carpa Raluy implica entrar automáticamente en su universo mágico. En 2016 ya acudimos a ver el show que ofrecían en ese entonces, pero es que ahora han vuelto al Port Vell de Barcelona y no hemos podido evitar acercarnos de nuevo.
Lo más entrañable de esta compañía es que casi toda está formada por miembros de una misma familia, la familia Raluy. Padres, hijos, hermanos, nietos, primos o sobrinos han adoptado las técnicas generación a generación. Los más jóvenes, Benicio y Charnelle, son los que dan comienzo a una serie de espectaculares números, justo antes de que los payasos Bigotes y Sandro -jefe y empleado- nos den la bienvenida y saquen las primeras risas a los niños, aunque no son los típicos payasos con la nariz roja y chistes graciosos… para qué engañar.
En un ambiente de lo más vintage, con las paredes y el techo decorados con fotos en blanco y negro de los artistas que han pasado por el Circo Raluy y de sus números más relevantes, vamos viendo como desfilan por el centro de la plataforma diferentes contorsionistas, acróbatas, monociclistas, trapecistas e incluso transformistas.
El Mago Maxi es el maestro de ceremonias -un Álex O’Dogherty a la argentina-. Él es quien se encarga de ir presentando al equipo. Es fácil dejarse sorprender por la música del grupo cubano Troupe Sol Habana; las virguerías que Miss Raquel hace con el aro; la elasticidad y la fuerza del trío Lipstick; el nivel de dificultad extrema que desafían Niedziela y Emily Raluy con sus monociclos o los impactantes trajes con los que Jean Christophe y Kerry Raluy se visten a la velocidad del rayo.
A ratos es caótico porque todo va deprisa y vimos algún que otro fallo inesperado, pero otros, en cambio, parece que quieran alargar el show haciendo tiempo para preparar cosas mientras entretienen al público a media luz. Uno de los momentos más emotivos surge con la intervención del maestro Luis. Fugaz, pero suficiente para comprobar sus capacidades y su intrínseca pasión por el circo.
Bajo mi punto de vista, por otro lado, el número más asombroso es el que realiza el artista bielorruso Pasha Voladas. Tiene una seguridad en si mismo y una presencia en el escenario que hacen que su coreografía aérea y su juego de barras fijas sean realmente admirables. Tampoco hay que olvidarse de Louisa Raluy y su número de magia donde consigue, gracias a su ayudante, hacer aparecer y desaparecer cosas y personas.
Quizá para aquellos que ya han visto mucho circo, #TheMagicFórmula sea un simple espectáculo más. No obstante, lo bonito del Circo Raluy es que siempre tienden a innovar, aumentan la dificultad a su trabajo en cada nueva creación y buscan hacer sonreír a los niños sin que tengan ni una pizca de miedo a las alturas o a los payasos.
- ¿Por qué verlo?
El nuevo show del Circo Raluy Legacy combina la magia poética de los números de los años 30 con las últimas novedades actuales. Es algo neoclásico. Un circo pequeño pero al mismo tiempo grandioso. Llegaron en diciembre para pasar las Navidades en Barcelona pero se quedan hasta el mes de marzo. No hay excusa. Información y entradas.
Texto: Gemma Ribera
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