MÚSICA – BARCELONA – CRÓNICA
Y la historia se repite. Pablo Alboran vuelve a llenar el Palau Sant Jordi a su paso por Barcelona. Cuarta vez que lo pisa dentro del #TourPrometo (8 junio y 9 de junio de 2018, 21 de diciembre de 2018, 18 mayo de 2019) y tercera vez que presenciamos un concierto de esta gira (cambiando el de diciembre por una escapada a Tarragona el 8 de agosto). La conclusión es la misma: Un éxito rotundo.
Poco hay que decir de un artista que sabe cómo comerse el escenario con patatas y cómo deleitar al público con una sola mirada. De las primeras filas de la pista hasta las gradas superiores. Nadie se resiste a su voz, a ondear los brazos o a encender luces con sus baladas, a la vez que mueven las caderas tratando de imitarlo en cuanto la percusión coge el relevo.
El setlist apenas cambia de un concierto al otro. Cada tema está medido, igual que cada decorado y cada paso que se da. ¿Y qué? Las canciones son ya conocidas y el karaoke o la fiesta se montan si o si con No vaya a ser, Quimera, Boca de hule, Éxtasis o Vívela, Del mismo modo que es fácil despertar emociones que uno lleva dentro nada más escuchar los primeros acordes y versos de Pasos de cero, Quién, Te he echado de menos o Saturno (ésta última adornada con la gente iluminando globos blancos con los móviles).
“Este cuarto Sant Jordi ha sido posible gracias a vosotros. No tengo palabras. Gracias por las horas de coa. Gracias a toda la gente que ha viajado. Barcelona, soy vuestro para siempre”. Señalaba el artista. Tuvo repetidas palabras de agradecimiento, algunas de nostalgia y unas pocas de esperanza. “Habéis estado conmigo en todo momento y ese es el mejor regalo que un artista puede tener. Prometo que volveremos a vernos pronto”.
Hubo tres momentos a resaltar. Uno, la dedicatoria de Tanto a sus fans y los aplausos para Juan Carlos Aragón, compositor recientemente fallecido. Dos, la locura que se expandió cuando cantó el estribillo de Tu Refugio en catalán (versión para La Marató de TV3). Tres, cuando tocó Prometo al piano y se emocionó como nunca porque todo el público cantó la mitad de la canción. No hicieron falta palabras.
Alboran es romántico por naturaleza y por eso los temas lentos y sensibles dominan frente a los sonidos y ritmos latinos que ha querido meter en su repertorio. Sea como sea, las letras traspasan fronteras y seguramente, la clave de su éxito se encuentre entre su espontaneidad y la verdad que hay en la música que compone. Está a punto de terminar un ciclo de conciertos de más de año y medio y por aquí no sabemos cuándo va a regresar… pero lo cierto es que es uno de los grandes y siempre va a tener las puertas abiertas.
Texto y fotos: Gemma Ribera
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